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Brown da ventaja a los británicos en la adjudicación de viviendas

El primer ministro intenta superar la crisis laborista presentando en los Comunes nuevas propuestas políticas

Gordon Brown hizo suya una de las propuestas fundamentales del racista Partido Nacional Británico (BNP, en sus siglas en inglés) al comprometerse a dar prioridad a los británicos frente a los inmigrantes en el reparto de las viviendas sociales. No lo dijo así de claro, porque sería una discriminación ilegal, pero ése es en la práctica el objetivo de su propuesta de dar prioridad a "los locales" en las listas de espera para la adjudicación de viviendas sociales, una política que ejecutan las autoridades locales siguiendo las directrices del Gobierno.

El primer ministro se comprometió a triplicar las inversiones en vivienda, que alcanzarían así los 2.100 millones de libras (casi 2.500 millones de euros), para construir 110.000 viviendas sociales adicionales y crear 45.000 empleos en el sector de la construcción. Brown lanzó ese compromiso en una declaración política en los Comunes bajo el pomposo título de Construyendo el futuro de Reino Unido, que dio la impresión de ser un avance del programa electoral laborista para las elecciones legislativas de 2010.

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Otra propuesta políticamente muy significativa fue la de garantizar que quienes necesiten a un especialista en cáncer no deberán esperar más de dos semanas para la cita ni más de 18 meses para iniciar un tratamiento. En la práctica significa sustituir la criticada política de objetivos estadísticos por una política de derechos. Si el Estado no es capaz de cumplir sus compromisos, deberá pagar un tratamiento privado.

Más sabor a material reciclado tuvo la promesa de que los menores de 25 años que hayan estado un año en el paro tendrán garantizado un empleo, unas prácticas laborales o una plaza de formación, con la contrapartida de que verán recortados los subsidios si no aceptan una de esas ofertas. O la eterna promesa de reforma de la Cámara de los Lores, esta vez en forma de "una segunda cámara más pequeña y democráticamente constituida".

Quizás por encima de todo, lo más significativo fue que Brown habló de políticas concretas, y no de política en general, por primera vez en mucho tiempo. Un gesto de normalidad que parece dar por concluida la debilidad crónica del primer ministro, al borde de la dimisión hace unas semanas y con la agenda atrapada en la crisis de los gastos de los diputados.

A diferencia de Tony Blair, que muchos lunes parecía descansado y vital tras el fin de semana, Brown compareció con los ojos empequeñecidos por unas bolsas gigantescas y un aspecto de profundo cansancio. Sin embargo, estuvo agresivo y convincente como no lo estaba desde hace tiempo.

En cambio, el líder de la oposición pareció pillado a contrapié y no acompañó con alternativas sus feroces críticas a las propuestas de Brown. David Cameron sigue enfrascado en una táctica de destrucción del Gobierno laborista que tenía el objetivo de forzar unas elecciones anticipadas, pero que ahora empieza a parecer reiterativa. Sobre todo si quiere mantenerla durante los 11 meses que parecen quedar para los comicios.

Gordon Brown.
Gordon Brown.

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