Las medidas del tiempo
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha realizado un detallado informe sobre cómo perciben su trabajo los profesores de 23 países, entre ellos España. Los resultados obtenidos en cerca de 90.000 entrevistas permiten comparar diversos ratios relacionados con la educación, desde la conflictividad en las aulas hasta el tiempo que los docentes deben dedicar a las tediosas tareas burocráticas, pasando por la puntualidad de profesores y alumnos o las distintas percepciones sobre el ambiente escolar. Pero todos estos datos, con ser una contribución sin duda importante al conocimiento de la situación de las escuelas en países muy diferentes, no sorprenden tanto como el porcentaje del horario lectivo que los profesores tienen que emplear en mantener el orden en las clases. Es difícil decidir cómo computar ese tiempo, puesto que, por una parte, habría que entenderlo como perdido si se mira desde la perspectiva de la adquisición de conocimientos, y, por otra, siempre cabría considerarlo como ganado si se piensa en términos de aprendizaje del respeto.
En el caso de España, el 16% del tiempo que los docentes pasan en las aulas se va en mandar a los alumnos que guarden silencio.
Es superior en tres puntos a la media que ha arrojado el estudio y en seis a la cifra de los países más disciplinados. Pero se encuentra por debajo del porcentaje que corresponde a países como Brasil. Con esta ubicación de los estudiantes españoles en la tabla de los revoltosos, sería arriesgado aventurar una hipótesis general que pusiera en relación estos datos con, por ejemplo, la proximidad del país a los trópicos o la temperatura media durante el año escolar. Por eso, el enigma queda abierto a cualquier explicación.
Un enigma que se suma a otro, y es saber cómo se establecen con tanta precisión los porcentajes. Quién sabe si no es ahí, en el instrumento de medición, donde se encuentra la principal aportación del informe de la OCDE. Porque si con él se puede fijar el porcentaje del tiempo dedicado a mantener el orden en clase, nada impediría aplicarlo a medir otros ratios. Por ejemplo, el tiempo medio empleado en toser o bostezar.
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