Querella de Arenas
Sin tiempo que perder, tras las elecciones europeas, Javier Arenas se apresta a formalizar la correspondiente querella contra Manuel Chaves por el llamado caso de Minas de Aguas Teñidas (Matsa). Esto es, como cuestión prioritaria, esta semana, nuestro hombre no se va a andar con medias tintas por lo que no va a emplear a banderilleros de tres al cuarto o sindicatos de mala muerte, y él, personalmente, tal y como había advertido, va a asumir la carga de la acusación.
Tanta es la firmeza de sus planteamientos que no confiará este asunto a una mera denuncia ante la fiscalía como harían otros más livianos para cumplir así el expediente. Puesto que ha anunciado que irá hasta el final, lo que corresponde es que se persone en los juzgados y se haga la consabida foto ante la prensa con cara de circunstancias conforme a la seriedad del envite al que se enfrenta.
Nada de aprestarse a consensuar un plan anticrisis con el resto de grupos políticos, por ejemplo. Es necesario dar una lección definitiva contra aquel que no ha hecho más que derrotarle sistemáticamente en las urnas.
Eso sí, sin que tal gesto suponga sesgo alguno de la obsesión que pudiera tener con respecto a la figura del ex presidente de la Junta de Andalucía ni, tampoco, interpretarse como una burda maniobra con el fin de eludir el escándalo del caso Gürtel que tiene como principal inculpado a un tal Correa al que, milagrosamente, Arenas nunca ha visto, por cierto, que ya es habilidad, sobre todo, si se tienen en cuenta las altas responsabilidades que ha desempeñado en la dirección de su partido.
Nada de argumentos, de tal modo que el que se cruce en su camino se verá las caras con él en los tribunales en una verdadera y profunda acción política, marca de la casa, propia de quien dijo que venía para quedarse y para partirse el pecho por Andalucía. Con partírselo a los demás, por lo que se ve, se conforma, de momento.
Mientras tanto, en el Gobierno andaluz bien harían con no perder el norte ante tamañas arremetidas. Tienen bastante tarea por delante. Desde meter en cintura, de una vez por todas, a los cajeros, para configurar el modelo de fusión al que se aspira, si es que se tiene uno en concreto, pasando por cerrar el próximo Acuerdo de Concertación Social o un nuevo sistema de financiación autonómica.
Con respecto a esto último, atentos a la generosidad de José Luis Rodríguez Zapatero, quien, en plena campaña, en Cataluña dijo que contarían con el mejor modelo al que se pudiera aspirar, logro que, es de suponer, debería ser extensible, por supuesto a Andalucía, ni más ni menos.
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