"No tengo pesadillas"
La primera mujer al frente de Alemania se enfrentará el 27 de septiembre a los que han sido hasta ahora sus compañeros en el Gobierno de gran coalición, los socialdemócratas del SPD
La canciller alemana y líder de los democristianos de la CDU trata de sacar a su país de una crisis que en el primer trimestre del año ha hecho caer el PIB un 6,9%. En una conversación con el semanario alemán Der Spiegel, Angela Merkel (Hamburgo, 1954) defiende sus casi cuatro años como jefa de Gobierno.
Pregunta. Además de ser la canciller, se ha convertido en la consejera delegada de Alemania por la intervención sin precedentes de su Gobierno en la economía. ¿Soñó alguna vez que esto sucedería?
Respuesta. No me interesan los juegos de palabras de ese tipo. Mi trabajo consiste en hacer frente a la crisis y en hacer lo posible para que no vuelva a pasar. Hemos tenido que dedicar más atención a los programas de rescate de lo que nadie habría imaginado. Sin embargo, no es nuevo que el Gobierno dé garantías de préstamo a las empresas.
"Si los empresarios se resisten a las normas, tomaremos medidas drásticas"
"¿Por qué dejar que Opel se hunda sólo por tener la matriz mal gestionada?"
"Cuando superemos la crisis, nos centraremos en reducir la deuda"
"Los impuestos a los ricos no son serios. Sólo promueven la envidia"
P. Suena como si viera normal ayudar a una empresa tras otra.
R. He mencionado dos cosas: las garantías de préstamo, que no son nada nuevo, y la naturaleza excepcional de la crisis mundial. Ni yo ni muchos otros podríamos haber imaginado que el Gobierno tendría que rescatar a los bancos de la noche a la mañana. Pero no nos dejamos amilanar y reaccionamos de forma apropiada.
P. ¿No tiene nada de particular que el Gobierno Federal rescate a empresas como Opel, Arcandor o Schaeffler?
R. Deberíamos distinguir entre las empresas eficientes que están en apuros porque los bancos no les prestan dinero y las que han estado mal gestionadas. Para recibir la ayuda, se requiere un modelo empresarial sostenible.
P. Antes, los empresarios acudían a ustedes para aconsejarles. Ahora les piden ayuda. ¿Ha cambiado su opinión sobre ellos?
R. Ellos sostenían que los que no corrían riesgos estaban anticuados. Cuando exigimos una mayor supervisión, nos dijeron que no entendíamos cómo funcionaba la economía mundial. Ésa fue una experiencia que me marcó, y no me gustaría que se repitiera. Si los bancos, fondos y directores financieros decidieran resistirse a las normas, tendríamos que tomar medidas contundentes.
P. La crisis en Alemania se centra en Opel. ¿Por qué ayudan a un fabricante que está en apuros porque muy poca gente encuentra atractivos sus vehículos?
R. No se trata de eso. Opel estaba firmemente integrado en GM y era incapaz de actuar de forma independiente. Opel no podía hacer nada por sí misma a menos que los Gobiernos europeos entraran en acción. ¿Por qué debería hundirse la mejor parte de la compañía sólo porque la empresa matriz en EE UU ha estado mal dirigida? También ayudaríamos a Opel sin esta crisis mundial.
P. Usted quería ser la canciller que equilibrase el presupuesto, pero debe hacerse responsable de la mayor cantidad de deuda nueva en la Alemania de posguerra. ¿Ve difícil sentirse satisfecha?
R. Estoy muy contenta con el saneamiento del presupuesto y la reducción del desempleo que hicimos antes de la crisis. También con la determinación del Gobierno para abordar la peor recesión mundial en 80 años. Hemos gastado miles de millones de euros, pero la alternativa habría tenido consecuencias mucho más serias y al final habría salido más caro.
P. ¿Tiene pesadillas cuando piensa en el legado que está dejando a las futuras generaciones?
R. Afortunadamente, no suelo tener pesadillas. Soy optimista. Durante tres años, hasta el estallido de la crisis bancaria, habíamos logrado un presupuesto equilibrado para el Estado. Cuando superemos la crisis, seguiremos esa vía.
P. ¿Es la deuda el peor legado de la crisis?
R. Sólo será posible calcular la envergadura total de los daños después de algún tiempo. Cada vez más alemanes percibían que las reformas de los últimos años eran importantes y que valían la pena. Los ciudadanos nunca le han tenido mucho cariño a la Agenda 2010 [paquete de reformas introducidas por su predecesor, Gerhard Schröder] ni a las reformas de mi mandato, pero vieron que el desempleo se redujo de cinco millones a menos de tres. Ahora, a mucha gente le preocupa que ese esfuerzo haya sido en vano, cuando ven cómo un acontecimiento externo, el desplome de los mercados financieros, amenaza con destruirlo todo. Ésa es la parte amarga de la crisis. Hacemos todo lo factible y responsable para luchar contra ella.
P. Teniendo en cuenta la envergadura de la deuda, ¿espera que alguien le crea cuando dice que bajará los impuestos en la siguiente legislatura?
R. La pregunta es cómo vamos a volver a generar crecimiento. El SPD, por ejemplo, dice que todas las guarderías deberían ser gratuitas. Es un objetivo que todo el mundo aplaude, pero no está claro cómo financiarlo. Nosotros no queremos aumentar la carga impositiva a las personas que reactivarán la economía. Para crecer de nuevo, necesitamos más motivación y un equilibrio entre el salario y el rendimiento, y eso incluye reducir impuestos.
P. ¿Por qué habrían de bajarlos cuando ahora es el Gobierno el que más necesita el dinero?
R. Porque se trata de tener una perspectiva de crecimiento. Aparte de eso, debemos trabajar para pagar la deuda. La mayor parte de los gastos en los que hemos incurrido son temporales. Cuando superemos la crisis, tendremos que centrarnos en la reducción de la deuda estructural. Evitaré promover sentimientos que promuevan la envidia, ya que lo único que hace es provocar una búsqueda de chivos expiatorios y no soluciona nada. Como los impuestos para los que más ganan, propuestos por el SPD, que no es un instrumento serio.
P. En la gran coalición, usted ha hecho todo lo contrario de lo previsto. Quería aliviar la carga de los contribuyentes, pero subió los impuestos. Quería reformas, no una Agenda 2010 debilitada.
R. Acordamos la jubilación a los 67 años. Redujimos los costes laborales no salariales del 42% a menos del 40%. Abolimos las anteriores normas de jubilación, y tomamos medidas para luchar contra el empleo ilegal. Es lo que habíamos prometido.
P. En otras palabras, ¿ha continuado las reformas del ex canciller Gerhard Schröder?
R. La Agenda 2010 de Schröder sólo fue posible porque la aprobó el Bundesrat
[Cámara alta del Parlamento], controlado por los democristianos. La gran coalición ha continuado por el mismo camino desde 2005 con reformas adicionales.
P. ¿Está diciendo que se considera una canciller reformista?
R. Así es. Además, hemos destinado a la educación y a la investigación el presupuesto más elevado de los últimos 60 años.
P. Nosotros lo vemos de una forma diferente. Usted dio marcha atrás a las reformas de Schröder en prestaciones de desempleo y pensiones.
R. Permítame que le refresque la memoria. Fue este Gobierno el que aumentó la edad de jubilación hasta los 67 años, una de las decisiones políticas más valientes en muchos años relativas a las pensiones. Reaccionamos a los cambios demográficos.
P. La verdad es que usted creó regalos para los jubilados a expensas de los jóvenes.
R. No, porque la fórmula para calcular las pensiones sigue estando vigente. Y tampoco tenemos planes de seguir la propuesta del SPD de reintroducir la jubilación anticipada en algunos campos.
P. ¿A qué se debe entonces la frecuente acusación de que usted no es una líder eficaz?
R. Todos aquellos cuyos deseos no se ven cumplidos acaban diciendo que no tengo iniciativa. Según su lógica, si la hubiera tenido, se habrían salido con la suya. Pero eso, por desgracia, no siempre es posible.
P. ¿Considera que su vicecanciller, Frank-Walter Steinmeier [el candidato socialdemócrata en las próximas elecciones], es leal?
R. Sí, y por eso Alemania no ha sufrido porque nosotros tengamos intereses diferentes para las próximas elecciones.
P. Pero Steinmeier le acusa de falta de liderazgo.
R. Puede hacerlo, pero no tiene nada que ver con que se estén tomando las decisiones correctas.
P. Kart-Heinz Kurras, el agente de policía que disparó y mató al estudiante Benno Ohnesorg durante una protesta en marzo de 1967, trabajaba para la Stasi, la policía secreta de Alemania Oriental (RDA) y era miembro del partido comunista de la RDA. ¿Qué sintió cuando oyó la noticia?
R. Que por lo visto, la Stasi debía de tener incluso más influencia en los procesos políticos en la antigua RDA de lo que muchos habían imaginado. Algunos se han dado demasiada prisa para olvidar que, por ejemplo, a los antiguos terroristas se les daba refugio en la RDA. El caso Kurras deja muy claro, una vez más, que la RDA estaba involucrada en los intentos de desestabilizar a Alemania Occidental.
P. A usted también la abordó la Stasi. ¿Le ha preocupado alguna vez que pueda haber algo sobre usted oculto en los archivos?
R. No. Al fin y al cabo, estoy familiarizada con mi vida. El caso de la muerte de Ohnesorg demuestra que sigue saliendo nueva información, incluso 20 años después de la caída del muro de Berlín. Seguro que continuará.
P. ¿Es verdad que la Stasi también investigó a su padre?
R. Por desgracia, era muy frecuente que la Stasi te abordara. La cuestión era cómo respondías.
© 2009 Der Spiegel, distribuido por The New York Times Syndicate.
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