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Reportaje:

Un examen médico muy laxo

Algunos centros de 'test' psicotécnicos para manejar armas o conducir apenas analizan las aptitudes - Las asociaciones piden más inspecciones

María R. Sahuquillo

Se necesitan para el carné de conducir, para sacarse la licencia de armas o para tener uno de los llamados perros peligrosos. Cada año se realizan en España unos 4,5 millones de reconocimientos médicos en centros psicotécnicos. Muchos son un mero trámite. Un vistazo rápido, un par de preguntas y el usuario se lleva -previo pago- el certificado debajo del brazo. Este documento, que a veces es un mero trámite, determina que la persona que lo posee se encuentra en plenas facultades para utilizar una escopeta o conducir un coche. Algunas asociaciones de centros médicos psicotécnicos se quejan del descontrol y de las irregularidades que reinan, sobre todo, en comunidades como Madrid.

"30 euros, un ratito en la maquinita y tengo el papel", dice una afectada
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"¿Tengo miedo a que mi familia me envenene?", "Creo en el ojo por ojo", "Me callo porque los demás no me dejan hablar". Son algunas de las 62 preguntas para obtener el certificado médico para una licencia de armas. En concreto, para una escopeta. Después de rellenar un cuestionario breve sobre posibles adicciones o pasadas enfermedades, el usuario lee las cuestiones en la pantalla de un ordenador y señala sus respuestas con una de las teclas: mucho, poco o nada. Mientras, una chica con una bata de médico lee una revista del corazón. "Creo que una copa lo soluciona todo", "Creo que los demás hablan de mí a mis espaldas", "Entre dos actividades escojo la más arriesgada", "Cuando estoy sin hacer nada me aburro". En este centro médico psicotécnico de Madrid no cuesta más de 20 minutos conseguir el documento que señala que se es apto para tener un arma.

Tras las preguntas llega un examen de la vista, hecho por otra persona, una médica. Después se mide la presión arterial. 48 euros después se obtiene el papel que acredita que el dictamen médico y psicológico es positivo y que es apto para obtener la licencia de armas.

De los más de cuatro millones de psicotécnicos que se realizan cada año en España, sólo obtienen resultados negativos entre 30.000 y 35.000, según la Asociación Española de Centros Médico-Psicotécnicos (Asecemp). Esta organización, que agrupa a más de 600 de los alrededor de 2.000 centros que hay en España, sostiene que apenas existe control en el sector. "Hay muy poco interés en vigilar que el sistema funcione bien y eso contribuye a que haya manzanas podridas", dice Bonifacio Martín, su presidente. "La mayoría de los centros hacen un trabajo magnífico. Sin embargo, hay algunos que no. No te miran nada y te lo dan enseguida. Y eso no puede ser", explica.

Asecemp pone el dardo en la Comunidad de Madrid, donde hay unos 350 centros psicotécnicos. "En esta región es una vergüenza. Como asociación, no sabemos qué hacer, es una selva", critica Martín. En Madrid, en 2008, hubo sólo 48 inspecciones, según datos de la Consejería de Sanidad.

Un centro de psicotécnico de reconocimientos tiene que acreditar que dispone de un equipo profesional compuesto por un oftalmólogo, un internista y un psicólogo. En el caso de Cataluña debe tener, además, un ATS. "Cada uno de esos profesionales debe hacer el reconocimiento que le es propio", explica Martín.

Algo que no siempre se cumple. En un centro de Sevilla, por ejemplo, es la auxiliar de clínica la que realiza todas las pruebas -que se limitan a una conversación sobre hábitos y posibles enfermedades y a una sesión en un ordenador que mide los reflejos- y expide y firma el certificado médico para sacarse el carné de conducir en nombre del médico.

A Julio Rodríguez, que se sometió hace dos meses a un reconocimiento para renovarse el carné de conducir, le hizo todas las pruebas -"escasas"- una misma persona. "La chica que me abrió la puerta del centro, que estaba en un piso normal y corriente, fue la que me puso delante de los carteles para medirme la vista y la que me mostró el ordenador donde se verifican los reflejos", cuenta. Julio tiene hipertensión. Ni le preguntaron. "30 euros, un ratito en la maquinita y me fui con el papel", dice.

Porque en el precio también hay desigualdades. Entre centros médicos de una misma comunidad y, por supuesto, entre comunidades. Javier González Médel, portavoz de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, critica que este tipo de reconocimientos médicos se han convertido en un negocio, todo en manos de empresas privadas. "Un negocio que mueve muchísimo dinero", asegura. Un certificado para renovar o sacar el carné de conducir puede oscilar entre 30 y 40 euros. Un permiso de armas, entre 45 y 60.

M. S. M. tiene 85 años. Debe renovar el carné de conducir cada dos años. Y someterse al pertinente examen médico. Cuenta que cada año ese reconocimiento es más laxo. "Y eso que yo cada vez soy más mayor. Antes sí que te miraban todo. Ahora no me miran ni el oído", dice. Y, según la normativa, hay que valorar, entre otras muchas cosas, la capacidad auditiva. Entre 250.000 y 300.000 conductores tienen restricciones en sus permisos (gafas,audífonos).

En algo tan polémico como los permisos de armas abundan los centros en los que no se hacen las pruebas pertinentes. La ley marca que para conseguir el certificado hay que someterse a "pruebas de aptitud psicofísica", con el objetivo de comprobar su capacidad visual, auditiva, sistema locomotor, sistema cardiovascular, trastornos hematológicos, sistema renal, sistema neurológico, infecciones, problemas dermatológicos o los trastornos mentales y de conducta, dificultades perceptivo-motoras, de toma de decisiones y problemas de personalidad.

Con información de Ángeles Lucas.

Obtener un permiso para poseer legalmente una escopeta se convierte, en ocasiones, en un mero trámite.
Obtener un permiso para poseer legalmente una escopeta se convierte, en ocasiones, en un mero trámite.ÓSCAR CORRAL

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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