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Zapatero apuesta por seguir en el G-20 sin pedir el ingreso

España se hace habitual de las grandes cumbres pese a no ser de ningún club

Miguel González

El anuncio del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, de que invitará a España a la Cumbre del G-8, de la que será anfitrión del 8 al 10 de julio, no sorprendió a Zapatero. Berlusconi se lo anticipó el 2 de abril en Londres.

A quien probablemente sorprendió fue al ex presidente Felipe González, que hace pocos días ironizaba sobre el G-8 asegurando que "en los últimos 20 años, nunca se ha visto que acierte" y que era un club eficaz "en la medida en que no daba publicidad a sus reuniones".

Pero el G-8 que se reunirá en L'Aquila, la ciudad italiana devastada por un seísmo a principios de abril, no será el tradicional encuentro de los más ricos del mundo (más Rusia). Allí estarán Brasil, México, India o China, además de un buen número de Estados africanos. Berlusconi ha convertido así la cita del G-8 en un foro mucho más amplio, quizá porque el grupo inicial corría el riesgo de acabar en la irrelevancia ante el empuje del G-20, donde se sientan las economías desarrolladas y las emergentes.

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Aunque no se sabrá hasta que llegue la carta de invitación, lo más probable es que Zapatero no esté en la reunión formal del G-8, el primer día, sino en la ampliada, que se desarrollará a continuación. Además, como presidente de turno de la UE en 2010, tiene previsto participar en la reunión sobre grandes economías y cambio climático -una iniciativa que Obama ha heredado de Bush- que se celebra en L'Aquila en la víspera del G-8.

De una forma u otra, Zapatero está siendo invitado a las citas de los grandes clubes del mundo sin pertenecer a ninguno de ellos. Las alarmas saltaron cuando, el mes pasado, el ministro de Hacienda brasileño, Guidio Mantega, advirtió de que España no podría seguir asistiendo al G-20 sin ser miembro. "Si yo decido traer a España y Estados Unidos a Marruecos, la cosa no va a funcionar", adujo.

Aunque Brasil se apresuró a matizar estas palabras, la vicepresidenta económica, Elena Salgado -que no fue invitada a la reunión ministerial del G-20 en abril en Washington-, sugirió que España pediría formalmente el ingreso en dicho club.

No será así. Fuentes gubernamentales alegan que no existe un mecanismo para entrar en el G-20 (nadie lo ha hecho desde su creación, en 1999) y que pedirlo sólo serviría para abrir un debate procedimental largo e incierto, en el que la entrada de España se querría compensar con algún otro país en desarrollo, sobre el que no hay acuerdo.

Pese a ello, las mismas fuentes dan por hecho que Zapatero estará en la próxima Cumbre del G-20, a final de septiembre en Nueva York, y que Salgado acudirá a la reunión preparatoria que los ministros de Economía del G-20 celebrarán a principios del mismo mes en Escocia.

Pese a su tradición latina, la diplomacia española ha jugado esta vez la táctica anglosajona. Más vale estar que ser. Si no se puede cambiar la ley, impóngase la ley de la costumbre.

De izquierda a derecha, Merkel, Sarkozy, Berlusconi, Barroso y Zapatero en febrero pasado en Berlín.
De izquierda a derecha, Merkel, Sarkozy, Berlusconi, Barroso y Zapatero en febrero pasado en Berlín.AFP

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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