Nueva York diseña un traje de futuro para el Lincoln Center
La gran institución cultural celebra su 50º aniversario inmersa en los cambios
Cumplir cincuenta años no es fácil en el mundo de las instituciones culturales. Pero en el caso del Lincoln Center de Nueva York, cuyo señalado aniversario se celebró el lunes, la efeméride ha servido también para lanzar una mirada hacia el futuro. Este centro cultural, el más grande de Estados Unidos, donde residen 12 compañías, desde la Metropolitan Opera a la Orquesta Filarmonica de Nueva York o al New York City Ballet, está inmerso en una profunda remodelación. La aspiración de sus gestores es humanizar esta estructura gigantesca y fría de 64.000 metros cuadrados concebida en una época, los años cincuenta, en que la relación entre espacios públicos, ciudadanos y oferta cultural era muy diferente a la del siglo XXI. "Ahora es imprescindible pensar en cómo maximizar el uso de estos preciosos espacios públicos. Además, hay que conseguir que el visitante se sienta bienvenido", aseguraba recientemente Reynold Levy, presidente del Lincoln Center.
La reforma, que incluye un nuevo edificio, cuesta 890 millones de euros
No es fácil enfrentarse a un lavado de cara por valor de 890 millones de euros en medio de la crisis económica. Cuando el Lincoln Center presentó en otoño su programa para este aniversario, la mitad de los patrocinadores estaba en quiebra o había dejado de existir. Aún así, hace apenas dos meses se inauguraba (tras una inversión de 116 millones de euros) el nuevo edificio que alberga el auditorio Alice Tully, remodelado por los arquitectos Diller Scofidio & Renfro. Ellos han conseguido la difícil hazaña de que músicos y críticos les alaben por igual gracias a la calidad del diseño y la estupenda acústica de un espacio para 1.100 personas que ahora también incluye un bar / punto de encuentro que ha ayudado a atraer a los peatones a este antaño inhóspito espacio. En el Alice Tully sonó el lunes el Fanfare for the common man, de Aaron Copland, que Leonard Bernstein dirigió durante la inauguración del centro y que esta vez corrió a cargo de Alan Gilbert.
Wynton Marsalis, uno de los músicos insignia con los que el Lincoln Center parece querer acercar la cultura al hombre de a pie, también participó dirigiendo a la orquesta Jazz at Lincoln Center. La apertura de restaurantes y jardines, junto a sus remodelaciones internas, unidas a la llegada en septiembre del Fashion Week, marcarán un paso más hacia el futuro de este centro que está buscando una nueva identidad.
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