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Benedetti mejora dentro de su grave estado de salud

Juan Cruz

Mario Benedetti mejora; el poeta ya puede ingerir alimentos líquidos, así que puede saborear de vez en cuando un helado de vainilla, que es su postre favorito. Ama el helado de vainilla, odia el pescado con espinas; aún está lejos de la sopa de pescado, pero esos postres que ama ya los puede tomar.

El martes último, el poeta, que tiene 88 años, conoció un bache en su estado, y ahora se ha recuperado. Está mejor. Ayer tuvo, aparte de la noticia de que le cambian en el hospital Impasa a una habitación que ya no requiere de tanta vigilancia médica, la buena nueva de que su equipo de fútbol, el Nacional, venció 3-1 a su homónimo de Paraguay en un partido de la Copa Libertadores.

Pero nada comparado con la alegría que le envían sus amigos; supo que Pilar del Río, la esposa de su colega José Saramago, había lanzado por el mundo una cadena poética cuya energía reclamaba salud para el autor de Primavera con una esquina rota; y ha sabido que en España hubo un homenaje centrado en su último libro, Testigo de uno mismo, publicado por su amigo Chus Visor.

"¿Todo esto soy yo?"

Él estaba escribiendo Testigo de uno mismo hace ahora exactamente un año cuando su biógrafa, Hortensia Campanella, le llevó el manuscrito de Mario Benedetti. Un mito discretísimo; agarró el manuscrito en las manos, "uf, ¿todo esto soy yo?", y se puso a revisarlo minuciosamente para que no hubiera ningún fallo en los datos que convierten su biografía en la de un comprometido testigo de su tiempo.

Ayer, 1 de mayo, cuando le vimos, convaleciente, recién afeitado, aún bajo los efectos de los fármacos que tratan de resolver sus problemas intestinales, era un día importante para la biografía política de Benedetti: tal día como éste, en 1983, una enorme manifestación política puso en guardia a la junta militar que mandó al exilio (o a la muerte) a Benedetti y a tantos otros. Un año después, la dictadura se fue por el sumidero de la historia y Benedetti inició lo que ha llamado el desexilio. El poeta ya no está tan grave; su estado sigue siendo delicado. En Montevideo, la doctora que leía el parte médico ("el paciente está lúcido, no requiere de medidas invasivas para mantener sus signos vitales") se emocionó, casi no pudo terminar. Uruguay (y la poesía) ha contenido la respiración mientras Benedetti estaba muy grave.

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