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El cardenal Rouco dice que el "crimen del aborto" ensombrece la democracia

El líder episcopal achaca la recesión económica a una "crisis global ética"

"Necesidad de alimentos y vestido, dinero para pagar alquileres e hipotecas y otras deudas improrrogables ponen en peligro la misma subsistencia de las familias". Éstas son algunas de las plagas que acosan a un número creciente de españoles, según el cardenal Antonio María Rouco. Ayer achacó esas "muy graves dificultades" -y la misma crisis económica global- a "la crisis de naturaleza ética que padece la sociedad", principalmente por la legalización del aborto voluntario. Lo dijo en un solemne discurso de apertura de la asamblea general de los obispos españoles, reunida esta semana en Madrid.

Apoyándose en una cita del filósofo Julián Marías, el cardenal sostuvo que "la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave" de esa crisis ética. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, le replicó que a la Iglesia católica le corresponde decir "qué es pecado, pero no qué es delito", y al Gobierno elaborar leyes que afecten "a toda la ciudadanía con respeto a todas las posiciones". Aído hizo esa afirmación en Pola de Laviana (Asturias), tras reunirse con un centenar de mujeres que participan en el programa Tiempo Propio, del Instituto Asturiano de la Mujer.

Aído: "A la Iglesia le corresponde decir qué es pecado, no qué es delito"

Los obispos han llamado a sus fieles al combate, incluidas las manifestaciones en la calle, contra los cambios que el Gobierno socialista quiere introducir en la despenalización del aborto voluntario. Faltaba la voz de su líder, el cardenal arzobispo de Madrid. Ésa era la curiosidad mayor de los asistentes ayer a la sesión de apertura de la asamblea de primavera de la Conferencia Episcopal, en la Casa de la Iglesia de Madrid.

Arropado por cardenales, arzobispos y obispos en activo o eméritos, con la presencia del nuncio (embajador) del Papa, el arzobispo portugués Manuel Monteiro de Castro, y con la tribuna de prensa y de invitados prácticamente a rebosar, Rouco dedicó apenas un tercio del discurso a ese tema, pero no desentonó de sus hermanos de fe en la dureza del discurso. Dijo: "El crimen del aborto ensombrece desde siempre la historia de la humanidad. Pero ha sido en el siglo pasado cuando amplios sectores sociales han empezado a considerar públicamente que eliminar a los que van a nacer no sería algo de por sí reprobable y cuando tal mentalidad ha encontrado eco en legislaciones que han dejado de proteger el derecho de todos a vivir". Viniendo a España, Rouco sostuvo que en las últimas décadas el proceso de "deterioro de la conciencia moral" ha ido en aumento y empeorando, tanto en la práctica como en las leyes.

Rouco achacó la responsabilidad a quienes, al menos de hecho, parecen querer reducir la democracia "a mero mecanismo empírico de regulación de intereses, cuando afirman que las leyes deben representar una especie de denominador común de las diversas opiniones presentes en la sociedad, aun cuando lo que esté en cuestión sea nada más y nada menos que el derecho a la vida de los más débiles e inocentes, como son los que van a nacer".

Fue en ese punto cuando, citando a Juan Pablo II, el presidente de la Conferencia Episcopal advirtió sobre el daño que causan tales principios. "La democracia se convierte en una palabra vacía cuando la regulación de los intereses se produce en beneficio de los más fuertes, con capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso", sentenció.

Sostuvo, además, que la crisis de la conciencia moral afecta también al derecho al trabajo. "Cualificados especialistas consideran que las muy graves dificultades que padece nuestra economía también tienen que ver con una crisis global de naturaleza ética", dijo.

Antonio María Rouco, a su llegada ayer a la Asamblea plenaria de los obispos.
Antonio María Rouco, a su llegada ayer a la Asamblea plenaria de los obispos.EFE

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