La Comunidad Valenciana lidera la caída del consumo en comercios
Las ventas han descendido un 15,4% frente al 11,7% de España
En el número 80 de la calle de Cirilo Amorós, en el centro de Valencia, está la tienda de ropa de baño, corsés y lencería Vebel Jar. El toldo, muy blanco, dice: Desde 1976; y más abajo, un cartel añade: Se alquila. El mensaje no es una excepción. En una ruta circular que empieza en la calle de Félix Pizcueta, llega al mercado de Russafa y vuelve a la calle de Colón por la de Pizarro pueden contarse una joyería, una tienda de moda, una galería de arte, una floristería, una fontanería, una tintorería y una peluquería (aparte de un restaurante y una asesoría financiera) con carteles de se alquila, se traspasa, se vende. En el mejor de los casos, en vez de cartel se ve una cuadrilla de albañiles reformando el local para otra clase de negocio. La valenciana es la comunidad autónoma donde más ha caído el consumo al por menor: un 15,4% en febrero (último mes disponible) respecto al mismo mes del año anterior. El descenso medio fue del 11,7%.
"Tocados están todos. La gente ha dejado de comprar cosas superfluas"
"Se abrieron muchos comercios y ahora hay menos pastel a repartir"
"Y lo que me temo es que marzo y abril van a ser peores, porque entre Fallas y Semana Santa, la gente no se dedica mucho a las compras", dice Eugenio Soler, presidente de la Federación Valenciana de Asociaciones Locales de Comerciantes (Fevalco). La crisis es la crisis y la respuesta de los minoristas ha sido la normal en estos casos: "Ajustar al máximo los precios", sigue Soler; "desde las rebajas del mes de enero los márgenes de los comercios han caído de forma importante, inclusive hasta niveles nada rentables".
"Tocados están todos", comenta Pedro Reig, presidente de la Confederación Valenciana de Comercio, "pero la gente ha dejado de gastar más en cosas superfluas. Calzado, textil, cosmética, electrodomésticos de la gama marrón, que son los televisores o las máquinas de afeitar, electrodomésticos de gama blanca, aunque algo menos, porque si se te rompe la nevera y tienes dinero te compras otra. El otro día se me quejaba hasta un farmacéutico, porque vende medicamentos, pero también antojos, y los consumidores no están para cremas antiojeras".
Reig tiene un establecimiento de material deportivo en Marqués de Campo, la calle principal de Dénia, y pone de ejemplo su propio caso: "He vendido no un 15% sino un 35% menos. ¿Porque quién no tiene dos pares de zapatillas en casa? ¿O qué jugador de tenis no tiene raqueta? Así que en vez de zapatillas vendo cordones, y en vez de raquetas pelotas".
Un ejemplo de tienda repleta de cosas escasamente imprescindibles es la Boutique del Mar, regentada por Amador Fombuena, que hace honor a su nombre. Todos los artículos están más o menos relacionados con la navegación, desde astrolabios a ropa de inspiración náutica. "Claro que se ha notado. Desde hace un año ha ido cayendo progresivamente. Y me parece que el 15% se queda corto". "En estos momentos", añade, "creo que todo el mundo está perdiendo dinero. No creo que nadie, entre paréntesis, esté ganando. Yo estoy aguantando a costa de mi patrimonio".
Eugenio Soler cree que el mal comportamiento del consumo valenciano puede deberse a que en los buenos tiempos abrieron muchos comercios, y ahora que vienen mal dadas "hay menos pastel para repartir". Y Pedro Reig apunta a la "excesiva dependencia del ladrillo", y a la sangría de empleo que ha padecido el sector; y a que los turistas, una parte significativa de la clientela en ciertas poblaciones, "gastan menos que otros años".
David Arana, en cambio, hace bueno el tópico de que toda crisis encierra una oportunidad. Mal que le pese, su "peluquería de bajo coste" (7,5 euros, adultos; 6,5, niños) abierta en enero no habría tenido el éxito relativo ("no ganamos, pero tampoco va mal") que tiene ahora en la calle de Conde de Salvatierra, lateral de la vía comercial más prohibitiva de Valencia. Aunque sólo hubiese sido por el alquiler del local.
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