A la espera del maná del exilio
El levantamiento de las restricciones a los viajes y a las remesas de los cubanoestadounidenses tuvo ayer escasa difusión en la isla. El Gobierno no reaccionó, y en la calle eran pocos los informados, ya que el acceso a Internet es muy limitado. La inmensa mayoría de las personas consultadas por este diario dijeron apoyar la medida y expresaron su deseo de que sea el comienzo de un acercamiento entre EE UU y la isla y que sirva también para que cambien las cosas dentro de Cuba.
En la actualidad, visitan la isla anualmente unos 130.000 cubanoestadounidenses. Las remesas que envían los exiliados a sus familiares en Cuba se acercan a los 1.000 millones de dólares anuales (760 millones de euros). Con las nuevas medidas, las visitas a la isla pueden triplicarse. Entre remesas y viajes, entrarían a Cuba unos 500 millones de dólares más.
El Gobierno dijo antes que está preparado para recibir la avalancha de cubanoestadounidenses y que no teme su influjo contaminador. No son pocos, sin embargo, los que opinan que las autoridades recelan de la nueva situación, pues ven en ello un reto político. Algunos incluso recuerdan que en el pasado, cuando ha habido alguna posibilidad de acercamiento entre ambos países, siempre se ha producido algún hecho -el derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate, con Bill Clinton, o el éxodo del Mariel, con Jimmy Carter- que ha hecho rebrotar las tensiones.
El presidente Obama ve en el levantamiento de las restricciones a los viajes el "medio más directo" para propiciar cambios democráticos en Cuba. Este mensaje no hace gracia a La Habana. Otro factor de desencuentro será la decisión de Washington de impedir que "funcionarios del régimen" se beneficien de las medidas.
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