Zapatero acomete la mayor renovación para dar más peso político al Gobierno
El presidente pone en manos de Elena Salgado la lucha contra el paro y la recesión - Los cambios afectan a seis de los diecisiete ministros nombrados hace sólo un año
José Luis Rodríguez Zapatero se embarcó ayer en la mayor renovación gubernamental de sus cinco años de mandato con la idea de "vencer a la crisis" y superar la situación más delicada que sufre desde que es presidente. El Ejecutivo que nombró tras su victoria electoral de marzo de 2008 se ha convertido así en el más efímero de la democracia. Tras menos de un año de gestión, seis de los 17 ministerios cambian de manos. Entran cinco ministros: Ángel Gabilondo (Educación), Ángeles González Sinde (Cultura), Trinidad Jiménez (Sanidad), José Blanco (Fomento) y Manuel Chaves (Política Territorial), y salen otros cinco: Pedro Solbes (Economía y Hacienda), Magdalena Álvarez (Fomento), Mercedes Cabrera (Educación), Bernat Soria (Sanidad) y César Antonio de Molina (Cultura). De los cinco fichajes, tres son de su absoluta confianza (Chaves, Blanco y Jiménez) y desempeñan o han desempeñado cargos orgánicos relevantes en el partido. Los otros dos (Gabilondo y González Sinde) son independientes y nunca ocultaron sus críticas a algunas actuaciones del Gobierno socialista.
Salgado tiene capacidad para convertir las ideas en hechos
Zapatero premia a Blanco tras nueve años de dedicación al partido
Cada nuevo equipo de Zapatero ha supuesto una apuesta con apellido: Pérez Rubalcaba se hizo cargo de Interior en 2006 ante la crucial negociación con ETA para el fin de la violencia; Chacón se convirtió en 2008 en la primera ministra de Defensa en la historia de España. En esta ocasión, el envite del presidente para la etapa más crítica se llama Elena Salgado, la primera vicepresidenta económica en la historia de España. Salgado asume, tras su paso por Sanidad y Administraciones Públicas, el reto descomunal de atajar una crisis mayúscula en el peor momento posible. Su capacidad de gestión para convertir las ideas del Gobierno en hechos, como el plan de inversiones municipales dotado con 8.000 millones resuelto en pocos meses, ha terminado de convencer a Zapatero para dar su paso más arriesgado.
La colosal crisis económica, con efectos devastadores sobre el empleo, ha hecho trizas la hoja de ruta que el presidente se fijó hace un año. Zapatero ha decidido sustituir a un tercio de su equipo titular cuando el partido contra la recesión apenas ha comenzado.
Desbaratado su proyecto original, el presidente ha optado por corregir algunas decisiones sobre la organización y competencias de algunos ministerios: las universidades vuelven a Educación; los servicios sociales dependerán de Sanidad -tercer departamento que asume estas funciones en cinco años-; Presidencia pasa a encargarse de la Función Pública, y el Consejo Superior de Deportes se pone a las órdenes del jefe del Ejecutivo para justificar así una respuesta improvisada que dio hace meses, en la que prometió un ministerio para ese departamento.
Puesta en cuestión la solvencia política y la fuerza anímica del Gobierno para hacer frente al descalabro económico, Zapatero ha decidido potenciar el núcleo de poder de su Gabinete con la incorporación al mismo de dos pesos pesados del partido. El presidente del PSOE, Manuel Chaves, deja la Junta de Andalucía tras 19 años de Gobierno con el reto de buscar la paz con las comunidades e impulsar el pacto de la nueva de financiación autonómica desde su cargo de vicepresidente tercero. El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, entra en el Gobierno como ministro de Fomento después de nueve años de dedicación exclusiva al partido.
La profunda renovación que acomete Zapatero en medio de la peor tormenta económica deja un Ejecutivo que apenas se parece al que estrenó hace cinco años. Hoy sólo se mantienen cuatro de sus miembros: María Teresa Fernández de la Vega, Elena Salgado y los titulares de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa.
Los cambios menos relevantes del Gobierno se explican así:
- La dependencia, a Sanidad. De todas las personas que conformaron el núcleo de colaboradores que aupó a Zapatero hasta la secretaría general del partido, Trinidad Jiménez era la única que no había conseguido un cargo de relumbrón. El premio se consumó ayer. Ya es ministra de Sanidad, un departamento al que se ha añadido la competencia sobre los Servicios Sociales. Jiménez se enfrenta así al crucial empeño de aplicar la Ley de Dependencia, pilar del Estado de bienestar que anda atascado entre burocracias y encontronazos con las comunidades.
- La Universidad vuelve a Educación. Zapatero dio un mal paso al sacar las competencias sobre universidades de Educación para cargar de contenido el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Ayer rectificó, según reconoció él mismo, para devolver esa competencia a su destino lógico y original. Además, eligió a Ángel Gabilondo, rector de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la conferencia de rectores, para dar un nuevo impulso a ese ministerio. Gabilondo es un hombre de reconocido prestigio, elocuente, brillante y con probada capacidad de gestión, según quienes le conocen.
- La paz en el cine. Al presidente, según sus colaboradores, le preocupaba la beligerancia del sector cinematográfico contra la gestión del Ministerio de Cultura. Por eso, buscó a una mujer que reúne muchos consensos en ese mundo con el objetivo de pacificar un sector hostil. Ángeles González Sinde, que era hasta ayer la presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, llega al ministerio con el encargo preciso de poner paz y orden.
En la nueva ruta que ha abierto Zapatero salen del Gobierno algunos de los ministros veteranos que más desgaste han sufrido a lo largo del tiempo. Magdalena Álvarez (Fomento) ha tenido que soportar reprobaciones, continuas críticas y reiteradas campañas de desprestigio desde varias comunidades.
Pedro Solbes (Economía y Hacienda) se convirtió en el mago de la economía durante la primera legislatura y fue uno de los puntales de la victoria electoral socialista tras su debate con el fichaje estrella del PP, Manuel Pizarro. Pero el cansancio que acumulaba el vicepresidente se juntó con la crisis mayúscula de la economía y esa suma le derribó sin que opusiera resistencia. Bernat Soria (Sanidad), César Antonio de Molina (Cultura) y Mercedes Cabrera (Educación) han sido piezas menores que Zapatero sacrificó para dar fuste a la mayor renovación de su Gobierno.
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