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Obama ofrece la reconciliación al mundo islámico

Al Qaeda no condicionará la relación de Estados Unidos con los musulmanes

Antonio Caño

En Turquía, un país de mayoría musulmana permanentemente dominado por la tensión entre el integrismo y la modernidad, Barack Obama enterró ayer el choque de civilizaciones y envió un mensaje de reconciliación al mundo islámico. "Estados Unidos no está ni estará nunca en guerra con el islam", afirmó el presidente norteamericano en un discurso ante el Parlamento turco.

En la única visita de carácter bilateral de su gira, Obama quiso al mismo tiempo destacar la importancia que concede a Turquía como un proyecto que, pese a todas las dificultades por las que ha atravesado desde su fundación por Atatürk, ha sido capaz de conciliar el respeto a las tradiciones y las creencias religiosas con el deseo de libertad y prosperidad de los ciudadanos; el modelo de Estados Unidos para los países de Oriente Próximo.

"Seremos respetuosos incluso cuando no estemos de acuerdo", afirma
Washington quiere reforzar el papel de Turquía en crisis como las de Irán

Obama insistió en su respaldo a la incorporación de Turquía a la Unión Europea, pero recomendó, al mismo tiempo, a este país continuar con las reformas políticas que se requieren para constituir una plena democracia, "incluido el respeto a las minorías", en alusión a la discriminación que sufre aquí la minoría kurda.

El presidente estadounidense sorteó uno de los más difíciles obstáculos diplomáticos de este viaje al evitar referirse por su nombre al genocidio turco contra los armenios a comienzos del siglo pasado, pese a que Obama lo había hecho antes varias veces en público. En lugar de eso, animó a las autoridades turcas a persistir en el esclarecimiento, junto con Armenia, de "los terribles sucesos de 1915".

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El mensaje principal de Obama en esta visita es, no obstante, el de reforzar el papel que Turquía, "un crucial aliado", puede jugar como puente entre Occidente y el mundo islámico con el objetivo de hacer frente a crisis como las de Irak, Irán, Afganistán o el conflicto palestino-israelí, en las que se ha comprobado que, para tener éxito, los países occidentales no pueden actuar solos.

Pese a que éste no era el gran discurso anunciado por Obama a los musulmanes, ni éste es el lugar más cómodo para aludir a la relación entre la política y la fe islámica, el presidente estadounidense aprovechó su intervención ante el Parlamento para garantizar a los miembros del islam que, después del periodo de enfrentamiento durante la gestión de George Bush, EE UU ha cambiado y ahora les tiende la mano.

"La relación de Estados Unidos con los musulmanes no puede y no estará sometida y condicionada a nuestra oposición a Al Qaeda", aseguró Obama. "Buscaremos amplios compromisos basados en los mutuos intereses y el respeto, escucharemos cuidadosamente, evitaremos malentendidos y buscaremos el terreno común". "Seremos respetuosos incluso cuando no estemos de acuerdo", aseguró.

El presidente estadounidense hizo un reconocimiento a las aportaciones que la religión del Corán ha hecho a lo largo de la historia en diferentes países, incluido EE UU, y recordó que muchas familias norteamericanas conviven con miembros de esa confesión. "Incluyendo la mía", recordó Obama, cuyo segundo apellido es Hussein, cuyo padre creció musulmán, aunque fue agnóstico el resto de su vida, y que asistió brevemente a una escuela islámica durante su estancia en Indonesia.

Obama ofreció la reconciliación con el mundo musulmán, no sólo como un gesto de generosidad, sino como una necesidad para la seguridad de Estados Unidos y del resto de las naciones. "Nuestra alianza con el mundo islámico es esencial para derrotar a una ideología marginal que todo el mundo rechaza", dijo, en relación con el terrorismo que invoca a Alá.

Advirtió que, contra esa ideología, la fuerza puede ser necesaria a veces, pero añadió que "la fuerza por sí sola no puede resolver nuestros problemas ni es la alternativa al extremismo". "No se puede apagar un incendio con llamas", manifestó Obama, citando un proverbio turco.

El instrumento principal para derrotar el extremismo, de acuerdo a lo expuesto por el presidente norteamericano en esta visita, es el de extender la influencia de "los que creemos en el respeto a las religiones, a la ley y a la libertad". Estados Unidos y Turquía, según Obama, comparten esos valores y "juntos pueden tener un gran impacto en la aproximación de Oriente y Occidente".

"Turquía y Estados Unidos pueden demostrar que una nación predominantemente musulmana y otra predominantemente cristiana pueden crear una comunidad internacional madura, respetuosa, más segura, próspera, sin tensiones entre las culturas", declaró en una conferencia de prensa. Más tarde, en esa misma comparecencia, Obama corrigió un poco esa referencia y afirmó que los países no deberían verse a sí mismos como cristianos o musulmanes, sino como miembros de una misma comunidad de valores.

Barack Obama y el presidente turco, Abdulá Gül, al término de una rueda de prensa en Ankara.
Barack Obama y el presidente turco, Abdulá Gül, al término de una rueda de prensa en Ankara.REUTERS

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