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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El cronista de cafés

Monumental. La ciutat dels cafès (1750-1880) (La Campana), primer volumen sobre la historia de estos establecimientos en Barcelona (¡441 páginas de texto, seguidas de 203 ilustraciones!), no merece otro adjetivo. Su autor, el periodista Paco Villar (Barcelona, 1961), parece como si pidiera disculpas por ello.

La cita es en el Zúrich, de lo poquísimo que queda en la ciudad de un patrimonio que fue deslumbrante. Tanto que Hans Christian Andersen lo consideró entre los mejores de Europa: nada que envidiar a París, Viena, Praga, Budapest, Trieste o Milán, ciudades que sí han sabido conservar sus cafés históricos.

-¿Por qué nos ha pasado esto?

-Porque Barcelona es la ciudad de los extremos. Fue la ciudad de los cafés, como fue la ciudad que quemaba conventos o la ciudad de las bombas. No ha quedado nada. Cuando el café ha dejado de ser negocio, se ha cerrado, sin ningún sentimiento patrimonial.

Paco Villar publica una historia monumental sobre los antiguos cafés de Barcelona

-Y así hemos llegado a la ciudad de las franquicias de hoy.

-Así. Fue una desaparición por goteo lento de los viejos establecimientos. La posguerra, con todas sus privaciones, fue un momento de desaparición masiva. En los años cincuenta hubo una recuperación, con locales como el Monza, el Navarra o el Terminus. Luego, nuevo goteo hasta los años setenta.

-¿Cree que en el siguiente volumen podrá establecer la fecha de defunción de la ciudad de los cafés?

-Pues casi, casi. Este primer volumen es sólo un aperitivo, porque la época de esplendor es a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que es cuando el café triunfa como gran institución liberal burguesa, el espacio preferido de la sociabilidad democrática, todo el mundo puede acceder a él, en la estela de la Ilustración francesa. Aquí el primer café que marca esa plenitud es el café Cuyàs, en las Set Portes, junto al Pla de Palau. En ese momento el café como bebida adquiere respetabilidad terapéutica, se le atribuyen propiedades curativas, desembriagadoras. En cierto modo, es la antitaberna.

-Y de la mano de esa honorabilidad llega también la decoración suntuosa.

-Sí. Y además acceden las mujeres, algo nunca visto anteriormente.

-Ahora mismo se expone en el Museo Marítimo un gran lienzo de Soler Rovirosa que decoró el café Novedades del paseo de Gràcia.

-Sí, yo aporté algunos datos sobre esa pintura. Este tipo de investigación no se acaba nunca, porque hay que bucear en las imágenes, los folletines costumbristas de la época, las postales ciudadanas, los anuncios de los locales, las felicitaciones de Navidad. Una variedad de materiales enorme.

Villar, se habrá comprendido, es un adicto a las hemerotecas y las librerías de lance. No se siente historiador. Si en un gremio hay que colocarle, es en el de los periodistas, sección crónica ciudadana histórica. Su aventura empezó entre finales de los años ochenta, principios de los noventa, cuando publicó en El Periódico una serie de reportajes de carácter histórico. Josep Maria Huertas Clavería le dio la alternativa ("fue mi maestro. A veces, cuando tengo dudas, aún pienso que le llamaré para consultarle"). En 1996 publicó en la misma editorial Historia y leyenda del Barrio Chino. Ahora para esta monumental edición de la historia de los cafés barceloneses colabora con La Campana y el Ayuntamiento de Barcelona. Algo es algo. Desde luego, es difícil que Villar se haga rico. Su trabajo tienen todas las virtudes e inconvenientes de la artesanía: requiere tiempo, silencio, mucha soledad, en ocasiones desánimo. Como entrevistado se siente incómodo (suele occurirnos a los periodistas: estamos acostumbrados a preguntar, no a que nos pregunten). Paco Villar es, en fin, uno de esos sabios catalanes, capaz de decirte cuándo y dónde la palabra bar apareció en la ciudad. Fue en la plaza Reial, en 1887.

Paco Villar, retratado ayer en el café Zúrich.
Paco Villar, retratado ayer en el café Zúrich.MARCEL·LÍ SÀENZ

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