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Afganistán será el objetivo de la OTAN durante años

La Alianza pide 1.600 millones anuales para el Ejército afgano, que debe pasar de 80.000 a 130.000 soldados

La OTAN celebra su 60º aniversario esta semana con una cumbre extraordinaria en Estrasburgo y Kehl, ciudades de Francia y Alemania unidas por un puente sobre el Rin, donde se enterrarán viejos y contraproducentes tics del pasado y tomará forma la nueva relación transatlántica basada en el pacto. Afganistán, el desafío más inmediato a que se enfrenta la Alianza, encarnará el nuevo enfoque. A unos aliados convencidos de que estabilizar Afganistán es una misión sin final definido en el tiempo, como ayer recordó el secretario general aliado, Barack Obama les pedirá que contribuyan en la medida que mejor consideren para dar credibilidad a una OTAN que busca su supervivencia en la adaptación a los desafíos de un mundo globalizado, entre ellos el terrorismo cobijado en Estados fallidos.

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Obama ha decidido dar un golpe de timón a la campaña afgana desvistiéndola de la retórica ideologizada de George W. Bush, que hablaba de expandir la democracia. El nuevo presidente quiere pragmatismo y resultados concretos, aunque el objetivo principal, ahora como antes, siga siendo el mismo: acabar con Al Qaeda y sus afines y evitar que el país asiático, junto a su vecino Pakistán, vuelva a convertirse en plataforma del islam extremista que ha declarado la guerra a Occidente.

"Hay que seguir en Afganistán por tiempo indefinido", declaró ayer el secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer, en entrevista con un grupo de periodistas, en vísperas de la conferencia internacional sobre el país asiático que hoy se celebra en La Haya y de la cumbre de la OTAN del viernes y el sábado a orillas del Rin. La magna cita holandesa, con más de 80 países y organismos internacionales presentes y bajo la presidencia de Naciones Unidas, subraya la necesidad de implicar a los vecinos, incluida la República Islámica de Irán, en la resolución del conflicto afgano. Ayer se supo que será el viceministro iraní de Asuntos Exteriores, Mehdi Ajundzadeh, quien encabece la delegación de su país en la conferencia.

Scheffer va a pedir hoy a la comunidad internacional 2.000 millones de dólares (unos 1.600 millones de euros) anuales para formar a las fuerzas de seguridad afganas, cuya existencia y capacidad será la piedra angular del proceso de retirada de los aliados. El objetivo es elevar desde 80.000 a 134.000 el número de soldados afganos capacitados y debidamente dotados para defender su país sin la intensa implicación de los militares de otros países.

En ese reparto de esfuerzos, Scheffer reserva la operación militar para los 42 socios de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, dirigida por la OTAN), mientras que el grueso de la financiación correría a cargo de otros países (Japón, Arabia Saudí, las monarquías del Golfo). A esos fondos dirigidos exclusivamente a la vertiente militar habrán de añadirse hoy en La Haya otros compromisos que atiendan a las ingentes necesidades civiles de poner un país en pie.

La evolución de los acontecimientos en Afganistán ha creado diferencias incluso entre los aliados. La disposición estadounidense al combate no es compartida por los europeos, ni Gobiernos ni opiniones públicas, como ayer mismo reconocía el secretario general aliado. Obama acaba de anunciar el envío de 17.000 soldados para combatir en Afganistán y otros 4.000 más para formar policías paramilitares. "Los aliados no pueden responder a las cifras de Estados Unidos. Eso está claro", reconoce Scheffer. "Obama ha dicho que si no pueden contribuir en lo militar, que contribuyan en lo civil".

Ése es un cambio de tono que van a notar los aliados en la cumbre de Estrasburgo y Kehl, precedida de una cena en Baden Baden. "Se quiere acabar con las malas costumbres del pasado, cuando Estados Unidos decía a los demás qué tenían que hacer y los aliados protestaban", señala una fuente diplomática de Estados Unidos, conocedora de los detalles de la cumbre. "En vez de pedir cosas concretas que los aliados quizá no puedan ofrecer, se les dirá que ofrezcan lo que quieran o puedan".

Suena a nuevo ese enfoque. "Lo que pedimos es que la gente se mire a sí misma y vea qué puede hacer", insiste la fuente, que desgrana potenciales contribuciones de soldados (evaluadas en 4.000 militares por los jefes castrenses) sólo para cubrir la seguridad en las presidenciales del 20 agosto, instructores militares, financiación del Ejército o formación de policías paramilitares.

Esos nuevos policías especializados se han convertido en un factor crucial. Cubrirían el vacío que queda entre las operaciones de puro combate y las civiles de reconstrucción. "Hacen falta policías para conservar el terreno conquistado", señala la fuente estadounidense. Es una idea a la que los europeos están dispuestos a contribuir y alguno hará hoy anuncios en La Haya.

El pasado fin de semana, los ministros de Exteriores de la UE trataron de ello en su reunión de Hlubová (República Checa), siguiendo las líneas de un plan francés que pretende movilizar un mínimo de 300 agentes de los integrados en la Gendarmería Europea, un cuerpo intergubernamental en el que participan seis países (Francia, Italia, España, Portugal, Holanda y Rumania). Miguel Ángel Moratinos, jefe de la diplomacia española, indicó que estaba a la espera de conocer más detalles del plan para consultar con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el posible envío de guardias civiles a Afganistán.

Agentes paquistaníes asisten a un compañero herido en el ataque a la academia de policía de Lahore por unos terroristas.
Agentes paquistaníes asisten a un compañero herido en el ataque a la academia de policía de Lahore por unos terroristas.AP

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