Barcelona descubre su muralla
Unas expropiaciones en Sots-tinent Navarro destaparán 50 nuevos metros - El Consistorio obliga a que el hotel de Moneo permita el acceso al monumento
La muralla romana de Barcelona construida hace 20 siglos es, con 1.270 metros de longitud, el monumento más grande de la ciudad, aunque permanece oculta por otros edificios y apenas deja verse. Ahora, dos intervenciones urbanísticas -una expropiación en la calle del Sots-tinent Navarro y la construcción de un hotel de lujo en la de Lledó- permitirán que casi 50 metros de la construcción puedan reaparecer a los ojos de los barceloneses.
Desde su construcción, la muralla ha condicionado la vida de muchos barceloneses, y sigue haciéndolo. Los propietarios del número 14 de la calle del Sots-tinent Navarro recibieron el día 20 una carta con la que se inicia el proceso de expropiación y posterior derribo de sus viviendas. Su desaparición ha de dejar paso a una zona verde situada junto al tramo de la muralla comprendida entre la plaza de los Traginers y Baixada de Caçador. La carta les insta a que presenten antes de 20 días la valoración de sus viviendas.
El abogado de una finca afectada la tasa en 3,5 millones de euros
Con las reformas, serán visibles casi la mitad de las 78 torres del monumento
El edificio, construido en 1890, de cuatro plantas, con nueve pisos y dos locales, está situado en una zona sujeta a "un plan de recuperación patrimonial", tal como lo califica la concejal de Ciutat Vella, Itziar González, que huye del término afectación por negativo. La idea es llegar a un acuerdo entre los propietarios y el Ayuntamiento en el justiprecio que permita expropiar y realojar a los vecinos. Según Bautista Sotelo, abogado de los propietarios, el proceso puede durar un año al tener que pasar por el Jurado Catalán de Expropiación. Sin embargo, pondrá fin a la situación creada tras la sentencia de 2007 del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya que obligaba a los vecinos a deshacer las reformas que habían efectuado en baños y cocinas para dignificar sus viviendas, ya que eran obras sin licencia municipal.
La legislación de 1948 recogida en el Plan General Metropolitano de 1976 y en el PERI de Ciutat Vella de la década de 1980 perseguía la visualización de la muralla, por lo que los edificios situados entre los números 12 y 20 de la calle del Sots-tinent Navarro estaban condenados a desaparecer. La finca número 12 se derrumbó hace años, la 14 sigue ocupada, la 16 es propiedad municipal y está vacía y la número 18-20 es propiedad de las monjas carmelitas, si bien la usa Cáritas como almacén de alimentos. Bustelo dice que las reformas que realizaron los vecinos permitían superar la precariedad con la que vivían. La concejal así lo entendió y no ejecutó la sentencia a la espera de expropiar, pese a que "estamos obligados a ello". La solución parece más cercana desde el día 20 y pasaría, según el cálculo de Sotelo, por que el Consistorio abonase 3,5 millones de euros. Es el precio que, según él, vale el edificio.
En el mismo tramo de la muralla pero pegado a su pared interna, el arquitecto Rafael Moneo reforma el palacio situado en el número 7 de la calle de Lledó (un edificio en el que nació en 1868 Francesc de Moragas, fundador de La Caixa), con la idea de construir un hotel de lujo.Los obreros de la promotora Lakitània SA, propietaria del edificio donde se ubicará el hotel, comenzaron hace meses a derribar los elementos sin valor artístico y a extraer escombros, pero cuando en un par de años concluyan los trabajos, el viejo palacio volverá a brillar con todo su esplendor. La galería gótica del piso superior, un gran patio con columnas del siglo XVII, y, sobre todo, la muralla romana y una de sus torres -que conserva la única puerta de acceso al paso de ronda y está decorada con pinturas medievales- convivirán con una veintena de habitaciones de lujo en el hotel de cinco estrellas que llevará la firma de Rafael Moneo.
Pero no sólo los clientes del hotel podrán acceder a su interior. La muralla está catalogada desde 1931 Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) y las leyes de patrimonio estatal y catalán establecen que los BCIN son de dominio público y que cualquier intervención requiere un plan de actuación que lo garantice.
En julio de 2008 se aprobó la construcción del hotel en este edificio calificado como equipamiento. Según Lucho Marcial, arquitecto asociado a Moneo en Barcelona, la reforma "será respetuosa al 100%, los elementos artísticos se restaurarán y se pondrán en valor, sobre todo la muralla, que sufrirá impacto cero". Pero también afirma que está previsto que "en la torre se construyan habitaciones, por encima de la cota romana". No lo tiene tan claro la concejal González. En su opinión, lo aprobado en 2008 era un plan básico que tendrá un seguimiento para cumplir la ley. "El edificio no ha perdido el rango de equipamiento, sino que se ha definido su uso excepcional como hotel y se buscará el equilibrio entre los intereses de la promotora y que los restos puedan ser visitados por todos", asegura. La concejal recuerda que, cuando se aprobó la actuación, se aceptaron una serie de requisitos y que "se velará por que se cumplan".
A pesar de que González afirma que la prioridad de su mandato no es la "visualización de la muralla", reconoce que los hechos van a ayudar a que sea así. Sobre todo tras la reforma prevista de una de las arterias más importantes de la ciudad, Via Laietana. "La pacificación de esta calle se basará en la reducción de la circulación a cuatro carriles, aceras de cuatro metros de ancho y creación de retales de espacio verde en las embocaduras de las calles". Las obras que se realizarán cuando se modifique el tráfico en la calle de Fontanella para construir la nueva cola de maniobras de los Ferrocarriles de la Generalitat "permitirán humanizar esta vía ahora tomada por el tráfico mediante la conectabilidad peatonal por un sistema de plazas libres".
Coincidiendo con esta reforma, según la concejal, está previsto crear un parque lineal paralelo a Via Laietana que ponga en valor y permita a los barceloneses deambular desde la avenida de la Catedral hasta la plaza de los Traginers, junto al sector oriental de la muralla de la ciudad. Gracias a ello, sólo en este tramo se podrán ver una treintena de las 78 torres que llegó a tener la muralla cuando se reformó en el siglo IV después de Cristo. Las mismas que llevaron a conocer a Barcino como la ciudad coronada.
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