Excesos y defectos
Las recientes cargas de los 'mossos' deben comportar relevos en la cúpula policial catalana
Las cargas policiales efectuadas la pasada semana por los Mossos d'Esquadra tras el desalojo de unos estudiantes de la Universidad de Barcelona han hecho arreciar las críticas contra los responsables políticos del cuerpo y contra los propios agentes. La actuación policial de estos últimos días es lo más similar a una ducha escocesa: un día son capaces de golpear sin contemplaciones a estudiantes o a simples viandantes, mientras que al día siguiente los agentes soportan impertérritos el lanzamiento de toda clase de objetos y botes de pintura.
Entre el exceso inicial y el defecto posterior existe un término medio que debería llevar a la reflexión a los dirigentes del Departamento de Interior de la Generalitat. El consejero ecosocialista Joan Saura ha encargado un informe sobre lo ocurrido y ha admitido lo que es más que evidente: que ha habido errores. El director de la policía catalana ha asumido la responsabilidad de haber ordenado las más que expeditivas cargas.
En el fondo, existe una división entre unos responsables políticos del departamento deseosos de una transparencia que a veces les hace incurrir en errores propios de la bisoñez política y unos mandos policiales -los mismos desde las épocas de los Gobiernos de Pujol- partidarios de la mano dura y que han hecho del corporativismo su mejor defensa.
Entre esos mandos no ha sentado nada bien la determinación de Saura en su propósito de erradicar los episodios de malos tratos de los mossos, instalando cámaras de vigilancia en las comisarías, creando un comité de ética de la policía y prohibiendo el uso del tristemente célebre kubotán, objeto punzante que algunos agentes portaban y cuyo uso no estaba autorizado. Todo ello, sumado a las últimas sentencias judiciales contra algunos agentes por diversos delitos contra detenidos, le ha granjeado al consejero de Interior la animadversión de buena parte del cuerpo y de algunos mandos policiales, acostumbrados históricamente a campar a sus anchas y a tapar actuaciones irregulares.
Por eso es necesario que los recientes episodios sirvan para depurar las responsabilidades que hagan falta, incluido el relevo de algún alto mando policial y del Departamento de Interior, que parece remar denodadamente en contra de los esfuerzos de convertir a los mossos en una policía democrática de referencia.
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