"Pakistán será un Estado fallido en seis meses si sigue la actual deriva"
Para Ahmed Rashid, uno de los analistas políticos más prestigiosos de Asia Central, el tiempo corre contra toda la región, que se inclina peligrosamente sobre el abismo del extremismo islámico. Rashid sostiene que los "talibanes se han convertido en un modelo" de insurgencia y que es necesario una "redefinición de la guerra contra el terror" para evitar el hundimiento de la región en la anarquía. Rashid se encuentra en Madrid con motivo de la publicación de su último libro, Descenso al caos (Península 2009).
Pregunta. Pakistán, Afganistán, Asia Central, ¿cuál desciende al caos?
Respuesta. Desgraciadamente parece que hay una carrera para ver quién se hunde antes. El deterioro de la situación en Pakistán en los últimos seis meses es terrible, de ahí que ahora Europa y EE UU estén más preocupados por Pakistán que por Afganistán.
P. ¿Considera Pakistán un Estado fallido?
R. No, puede serlo, pero todavía tiene un Ejército poderoso, una sociedad civil, una clase media, partidos políticos y aún funciona. Pero los próximos seis meses serán críticos, si no se frena a los extremistas, si el Gobierno y el Ejército no se movilizan unidos contra ellos, si continúa la actual deriva, será un Estado fallido.
P. ¿Cómo se puede detener el deterioro de la situación?
R. Las opciones que Occidente tiene en Pakistán son muchas menos que en Afganistán. En Afganistán las alternativas están claras: todas aquellas en las que Bush fracasó. En Pakistán, el problema es que las élites gobernantes están divididas; el Ejército hace un doble juego: por una parte apoya a los talibanes y por otra a las tropas de EE UU. No tiene una estrategia común con el Gobierno. En cualquier caso, lo más importante es que Occidente apoye al Gobierno civil a pesar de los errores que comete. Además, debe desviar a la sociedad —educación, sanidad, infraestructuras— la ayuda que da a los militares. El 80% de los 11.000 millones de dólares (8.100 millones de euros) que la Administración de Bush dio a Pakistán fue al Ejército y se ha convertido en parte del problema.
P. ¿Cree que la solución al yihadismo debe ser global?
R. La "guerra contra el terror" debe redefinirse de inmediato. No se puede meter en el mismo saco a Al Qaeda, los talibanes, los cachemires y Hamás. Obama ha hecho muy bien al decir que está dispuesto a hablar con los talibanes. Hay que hablar con los grupos que tienen una estrategia nacionalista para aislar a los que quieren poner bombas en Nueva York o en Madrid. La segunda cuestión es la necesidad de impulsar la modernización de los Estados musulmanes para evitar que se hundan, porque la mayoría son autócratas o sobreviven con el sistema dejado por el colonialismo.
P. ¿Qué opina de que Obama piense aunar su estrategia para Pakistán y Afganistán?
R. Los talibanes se han convertido en un modelo para toda Asia Central y el Cáucaso y pronto veremos cómo crecen en India. El enemigo es regional y la lucha debe ser también regional. El fracaso de la era Bush fue no aliarse con los seis vecinos de Afganistán, porque todos ellos intervienen en los asuntos del país y hay que negociar con ellos para que no lo hagan. Además, estos países tienen problemas bilaterales, como India y Pakistán, y hay que conseguir que se sienten a buscar soluciones. El Ejército paquistaní despliega el 80% de sus fuerzas en la frontera con India en lugar de luchar contra los talibanes.
P. EE UU dice que está dispuesto a combatir a los talibanes en las zonas tribales de Pakistán e incluso en la provincia de Baluchistán. ¿Está de acuerdo?
R. Creo que Washington ha querido advertir al Gobierno paquistaní de que los líderes talibanes están en Baluchistán para que actúe allí. Pero sería un error si EE UU realizase una acción militar en Baluchistán. Complicaría la situación aún más. Si las tropas de EE UU cruzaran la frontera sería un gran desastre, aunque hay que reconocer que los ataques con aviones no tripulados han matado a jefes talibanes y de Al Qaeda que el Ejército no pudo tocar. La clase media paquistaní, harta de los extremistas, apoya esos ataques, el problema es que han desatado la ira de los habitantes de la zona.
P. ¿Bin Laden y el mulá Omar están en Baluchistán?
R. El consejo talibán (shura) que hay en Queta, la capital provincial, lo rige el mulá Omar. Muchos de los líderes del Gobierno talibán afgano (1996-2001) estuvieron con anterioridad refugiados en Queta y volvieron allí tras la invasión de EE UU. En Baluchistán los talibanes son capaces de movilizar apoyo logístico, refugio y dinero y hasta que no se ponga fin a esta base habrá guerra en Afganistán.
P. En su libro habla de "mi amigo Karzai". Ahora EE UU considera al presidente afgano parte del problema por la corrupción.
R. En estos últimos años le he reiterado que debe luchar contra la corrupción y el narcotráfico, pero sigue siendo mi amigo. Occidente está muy frustrado con Karzai, pero la solución no puede ser colocar a un primer ministro, porque es inconstitucional. Hay que apoyar las elecciones presidenciales de agosto, a las que se presentarán muchos candidatos.
P. Y en Pakistán, ¿se debe reducir el poder del presidente?
R. La Constitución de Pakistán establece un sistema parlamentario. Fue el general Musharraf el que creo un régimen presidencialista. Asif Alí Zardari debe renunciar a esos poderes en favor del primer ministro. Es fundamental que la presión internacional fuerce al Gobierno, la oposición y el Ejército a elaborar una urgente estrategia común contra la insurgencia y para levantar la agonizante economía. Es el tiempo de reconciliación nacional y no de venganzas políticas.
P. ¿Qué opina del acuerdo de paz para el valle de Suat?
R. Es una derrota flagrante. Se ha aceptado la sharía (ley islámica), lo que viola la Constitución.
P. Más tropas extranjeras en Afganistán, ¿será positivo?
R. Debe haber una mayor implicación, pero no sólo militar, sino sobre todo en la reconstrucción. Más dinero, más civiles en asistencia y más entrenadores de la policía. En estos siete años, no se ha restablecido ni la electricidad en Kabul. El paro es del 50% y los talibanes ofrecen 200 dólares a los jóvenes que se les unen. Si no se reconstruye la agricultura no se parará a los talibanes.
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