Sólo dibujos en movimiento
Animabasauri se extiende a otras cinco localidades - "Hemos pasado de pedir a seleccionar", destaca la directora del festival de cine
El proyecto de crear un festival de cine de animación en Vizcaya fue tocando puertas hasta que en 2004 consiguió que le abrieran paso en Basauri. El Ayuntamiento dio el visto bueno a lo que un grupo de aficionados, vinculados a la programación del cine fuera del circuito comercial y a la promoción de películas a través de la empresa Gorostilanda y la asociación Gorosti Zinema Lagunak (Gozila), había plasmado sobre el papel. Convirtieron el Social Antzokia de Basauri en la sede principal del certamen y llenaron de películas de dibujos animados cinco días de programación.
La muestra comenzó llamándose, simplemente, Anima. Un año después añadieron el topónimo y paso a ser Animabasauri, a lo que el año pasado se sumó el apellido Animabasque para mostrar su vocación de extender la difusión del cine animado a otras localidades vascas. El festival celebra estos días su quinta edición, ocho días de proyecciones en Basauri, Bilbao, Getxo, Erandio, Barakaldo y Leioa, con 10 largometrajes y 60 cortos en la sección competitiva y la aspiración de superar los 6.000 espectadores del año pasado.
El certamen aspira a superar los 6.000 espectadores del año pasado
La programación quiere desterrar la idea de que la animación es una cosa de niños
Al frente del equipo de ocho personas que organizan el festival está María Jesús Díez (Barakaldo, 1963). "Pensábamos que la elevada actividad de productoras de audiovisuales de animación en el País Vasco no encajaba con la ausencia de un festival especializado", recuerda. "En cinco años, hemos pasado de empezar tanteando la situación, pidiendo nosotros la colaboración de las productoras, a seleccionar de entre lo mucho que llega a nuestras manos", añade.
El certamen estrena este año dos largometrajes: Munduaren bira, doan!, de Juanjo Elordi y Asisko Urmeneta, y Animal Channel, de Maite Ruiz de Austri. "Estrenar una película es un valor añadido, pero no es fundamental", apunta Díez. "El objetivo del festival es abrir una ventana sobre la animación que se está haciendo en distintas partes del mundo. Es una muestra para todos los públicos; no queremos especializarnos en atraer a los profesionales".
Díez cree que el certamen contribuye a desterrar el tópico de que las películas de animación son cosa de niños. "La mayoría de los largometrajes están dirigidos al público infantil o hacia un público familiar con una doble lectura, para niños y adultos, pero ahí no se acaba la animación". La directora resume con un ejemplo estas posibilidades: Vals con Bashir, de Ari Folman, un documental sobre la matanza de refugiados palestinos en Líbano en 1982. "Los cortos dejan aún más libertad y se abren a temas muy diferentes y otras técnicas, porque no están condicionados por la presión comercial y aún más con el formato DVD", concluye.
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