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Columna
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El fin de la deuda historica

Por fin vamos a dejar atrás la deuda histórica. En repetidas ocasiones he manifestado mi opinión sobre la ausencia de cobertura constitucional y estatutaria para una tal deuda. Pero, puesto que no he tenido ningún éxito con mi argumentación, no me queda más que felicitarme porque, por fin, se haya llegado a un acuerdo entre el Estado y la comunidad autónoma de Andalucía y podamos pasar esta página. En todo caso, deseo felicitar al actual consejero de Economía y Hacienda, José Antonio Griñán, que ha tenido que hacer de necesidad virtud y auténticos encajes de bolillos para dar una apariencia de racionalidad a algo que no lo tenía.

Si como dice el refrán, bien está lo que bien acaba, la deuda histórica habrá acabado estando bien. Aunque todavía quedarán algunas escaramuzas parlamentarias sobre la cuantía de la deuda histórica definitivamente acordada entre el Gobierno de la nación y el Gobierno de la Junta de Andalucía, no creo que, tras las cuantías manejadas previamente en el Parlamento andaluz y de la que quedan constancia en las actas de la Cámara, dichas escaramuzas puedan llegar muy lejos. Habrá un poco de pataleo, pero nada más.

No me hago ilusión alguna, por otro lado, de que el importe que Andalucía reciba por la deuda histórica vaya a suponer una financiación adicional neta para nuestra comunidad. Lo que se acaba obteniendo con base en un concepto que no tiene una base jurídica clara, se acaba perdiendo por algún otro vericueto. En la financiación autonómica no hay manera de engañar a nadie ni de llamarse a engaño.

Nos hemos estado distrayendo con el tema de la deuda histórica, que es una anécdota, cuando lo que está todavía por decidir es el nuevo modelo de financiación del Estado autonómico, esto es, tanto del Estado como de las comunidades autónomas, con la excepción del País Vasco y Navarra, que es donde realmente nos la vamos a jugar todos.

La deuda histórica va a incidir muy marginalmente en la posición que tiene Andalucía dentro de España. Lo que sí va a condicionar nuestra posición es el modelo de financiación que se pacte entre las diferentes comunidades autónomas y el Estado en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Todavía más en momentos de incertidumbre económica como en los que nos encontramos, en los que pueden producirse cambios significativos en la posición respectiva de cada una de las comunidades autónomas dentro del Estado.

Lo previsible es que al final de esta crisis, ninguno de los Estados mantenga la posición que hoy tiene en el tablero internacional. Habrá Estados que saldrán fortalecidos de la crisis. Y habrá Estados que saldrán debilitados. Y exactamente lo mismo ocurrirá con las diversas comunidades autónomas. De esto es de lo que realmente tenemos que preocuparnos. Vistos desde esta perspectiva, los 1.200 millones de la deuda histórica no van a significar prácticamente nada.

Es a nuestro sistema educativo, a nuestro servicio de salud, a la red de comunicaciones y telecomunicaciones, a los progresos en la investigación, a los que tenemos que prestar atención. Es hacia el futuro y no hacia el pasado hacia donde tenemos que dirigir la vista. Hemos tenido dos siglos últimos que han sido muy malos, pero no sólo ni principalmente por culpa de los demás. También nosotros hemos tenido mucho que ver con esa trayectoria bicentenaria negativa. Dejémosla atrás definitivamente, como hemos empezado a hacer muy recientemente. No es reclamándole a los demás, sino confiando en nosotros mismos, como podremos llegar a donde estamos en condiciones de llegar. Hay que levantarse, como dice nuestro himno, pero no para volver la vista atrás, sino para todo lo contrario.

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