McChávez
Que nadie se llame a engaño al leer el título, y que haya tranquilidad: el furor antiyanqui del presidente venezolano se mantiene intacto, aunque se haya ido Bush y haya llegado Obama. Ocurre simplemente que el comandante ha decidido crear una cadena de restaurantes populares, y acaso una marca como McChávez pudiera funcionarle tan bien como ha funcionado la de McDonald's. Es poco probable que se sirvan allí hamburguesas, y está claro que el concepto de "bueno, bonito y barato" tampoco tendrá nada que ver con la comida basura. Lo que Chávez tiene en la cabeza es, más bien, algo romántico. Cuando tuvo la idea, habló de velas, de vino y de paisajes.
Los recursos de Hugo Chávez son inagotables y su afán de velar por la felicidad de los venezolanos llega hasta el extremo de que, por la patria, es capaz también de convertirse en empresario y llenar el país de lugares económicos donde sea posible, por lo menos, comer. Porque los recursos que no van demasiado bien son los de la propia Venezuela. Durante el último año el precio de los alimentos ha subido un 43% y hay un grave problema de desabastecimiento.
Chávez, que es un lince, detectó el pasado 6 de marzo que la inflación en el sector de la hostelería (2,6%) era mayor que el índice general (1,3%), y vio clara la salida: McChávez. Un buen vaso de vino delante de un magnífico paisaje, y algún arrumaco si se va en pareja. ¿Falta algo? Sí, falta algo.
Junto a la cadena de restaurantes populares, Chávez ha adoptado otras medidas para enfrentarse al delicado momento que atraviesa su país. Una de ellas tiene que ver con sacarle partido a las empresas de telefonía móvil que nacionalizó en enero de 2007, y que ensamblarán el móvil más barato del mundo. El aparato, que Chávez ha bautizado como El Vergatario, estará disponible en la segunda semana de mayo y costará 30 bolívares fuertes, es decir, 10 euros. Una cantidad irrisoria para celebrar en McChávez con la propia voz de Chávez.
Ya saben que en las últimas elecciones el comandante llamó a cada móvil para hablar del futuro de Venezuela y promover el sí a la posibilidad de su reelección indefinida. Ahora llamará para hacer una pregunta más personal: "¿Le gustó el arroz con caraotas?".
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