Rusia promete a Hillary Clinton que trabajará contra un Irán nuclear
La secretaria de Estado cree que mejorar la relación bilateral con Moscú llevará tiempo
Estados Unidos y Rusia trabajaran para lograr cuanto antes un acuerdo sobre los planes nucleares de Irán y Corea del Norte, según anunció ayer Serguéi Lavrov, ministro ruso de Exteriores, al concluir la cena con Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos. La velada fue la primera ronda de conversaciones con que la nueva Casa Blanca quiere lanzar una relación viable y fructífera con el Kremlin. "Ha sido un buen comienzo", declaró luego la secretaria de Estado. Irán fue uno de los puntos de debate, con Clinton reclamando y obteniendo la colaboración de Moscú contra las ambiciones nucleares de la República Islámica. Washington insiste en que el Kremlin debe ser consciente que un Irán nuclearizado y dotado de la tecnología de misiles que le vende Moscú puede convertirse en una potencial amenaza contra Rusia. Privar a Teherán de la bomba y de los misiles hará menos urgente el escudo antimisiles que critica Moscú.
El vicepresidente Joe Biden se entrevistó hace un mes con el viceprimer ministro Serguéi Ivanov en Múnich, donde anunció que Washington quiere apretar el botón de reiniciar de nuevo la relación, y ayer la secretaria de Estado remachó la idea con un regalo. Clinton entregó a un sorprendido Lavrov un paquetito que, abierto, mostraba un botón rojo en torno al cual estaba escrito en inglés y en ruso: "Botón para reiniciar". El conocido como reset button que tienen todos los ordenadores. El detalle marcó la atmósfera de la noche y disipó los recelos de Moscú, alterado cuando el "reset" del que habló Biden fue traducido al ruso como un inquietante "recargar". A pesar de la buena atmósfera, Clinton reconoció que reiniciar la relación con Moscú sobre bases de confianza "llevará tiempo".
Washington quiere restaurar una relación minada por la Administración de George Bush. "Vamos a hacer todo lo posible para encontrar el máximo terreno posible de intereses comunes", declaró Clinton en Bruselas, antes de viajar a Ginebra. "Se puede hacer mucho más de lo que se ha hecho en los últimos años". En su entorno se decía que hay que remontarse a la guerra fría para encontrar una animosidad semejante a la vivida en el reciente pasado bilateral. "La mejora de relaciones entre nosotros será positiva para el mundo", aventuró anoche la jefe de la diplomacia estadounidense. La puesta en escena se producirá en la reunión de Barack Obama y Dmitri Medved con motivo de la cumbre del G-20 del 2 de abril en Londres.
La Administración de Obama tiene identificadas áreas de interés común, como la lucha contra el terrorismo o la piratería, la no proliferación y, sobre todo, la renovación y ampliación del tratado START sobre reducción de armas estratégicas que expira antes de diciembre. "Es el comienzo de una relación bilateral para llevar al mundo hacia la seguridad nuclear", subrayó la Clinton. Esas zonas de interés compartido son plataformas para lanzar una relación constructiva con Moscú que no obviará las críticas. Washington no acepta los autoproclamados "intereses privilegiados" de Moscú en el Este de Europa o en el espacio postsoviético de áreas de influencia. "Nuestra implicación con Rusia no menoscaba el apoyo a países como Georgia, los Bálticos o los Balcanes, que deber ser independientes y libres para decidir su camino sin interferencia de Rusia", insiste Clinton.
Pero Estados Unidos también necesita la colaboración de Rusia en otras áreas, con Afganistán e Irán marcadas como de máxima prioridad. En la lucha contra los talibanes los aliados pueden aprovechar la vía de comunicación terrestre para llegar a Afganistán que Moscú ya ha ofrecido a través de su territorio. Lavrov prometió también colaborar al máximo en la conferencia con los vecinos de Afganistán que se celebrará a finales de mes, a la que Washington quiere invitar a Irán.
Más trascendente y delicada es la colaboración rusa en los intentos de ahogar los planes nucleares de Irán. Moscú ya participa en el frente negociador que busca infructuosamente desde hace años transparencia sobre las intenciones del programa nuclear iraní. "Rusia es un socio importante para dejar claro que el mundo está contra un Irán dotado de armas nucleares", insiste Clinton.
Como miembro del Consejo de Seguridad, Rusia ha aprobado las cuatro baterías de sanciones contra Teherán, pero Washington quiere que, además de mantener la presión diplomática, Rusia deje de proporcionar tecnología de misiles a Irán con los que la República Islámica puede lanzar hacia Europa y los países vecinos las hipotéticas cabezas nucleares que aspira a fabricar.
Un Irán militarmente desnuclearizado y sin misiles de largo alcance permitiría a Washington mayor flexibilidad en el replanteamiento del escudo antimisiles que el Moscú anti Bush ha venido considerando como una amenaza intolerable. Clinton defiende el escudo como "parte de una disuasión y respuesta defensiva ante Irán y otros actores que quieran lanzar misiles contra Europa". Antes de viajar a Ginebra no parecía dispuesta a renunciar a esa herramienta: "Estados Unidos y Rusia puede trabajar conjuntamente en su desarrollo y hasta en su despliegue. Estamos en el siglo XXI y debemos preparar una defensa nuclear efectiva".
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