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Crítica:LIBROS | Ensayo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vida política en Euskadi

Memoria de Euskadi recoge el testimonio de 32 políticos vascos tratando de reconstruir la memoria de su país a lo largo de estos treinta últimos años. La técnica del libro, ya ensayada por la autora en otra ocasión, consiste en dejar hablar a sus entrevistados sin la interrupción de unas preguntas que quedan en la penumbra. El resultado es una acumulación de ricos materiales de carácter político y sociológico que ayudan a penetrar en la vida política de Euskadi desde la Transición al momento actual. La autora ha conseguido un conjunto de confesiones en las que se hace presente la sinceridad y la espontaneidad de unos políticos que, como se dice en la introducción del libro, se prestan más a la conversación en la butaca del psicoanalista que a las cautelas habituales del hombre público ante la entrevista periodística. Éste es un mérito inicial del libro que el lector tiene que agradecer a la autora: haber sabido crear el clima y elaborar el cuestionario que han dado como resultado este tipo de memorias de primera mano que constituyen el libro.

Memoria de Euskadi

María Antonia Iglesias

Aguilar. Madrid, 2009

1.326 páginas. 30 euros

Estamos ante un testimonio colectivo del mayor interés para el curioso espectador de la cuestión vasca
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Prólogo del libro de entrevistas 'Memoria de Euskadi'

Una primera cuestión polémica es el criterio que ha presidido la selección de los testimonios. Y no porque no se haya respetado el pluralismo político. Del mundo nacionalista de centro-derecha participan catorce entrevistados (Carlos Garaikoetxea, Xabier Balza, Juan María Atutxa, Juan María Ollora, Joseba Egibar, Juan José Ibarretxe, Xabier Arzallus, Iñaki Anasagasti, Íñigo Urkullu, José Antonio Ardanza y Josu Jon Imaz) y tres al mundo de origen abertzale (José Félix Azurmendi, Txema Montero y Patxi Zabaleta). Del lado constitucionalista participan diez políticos del PSE-PSOE (Txiki Benegas, Ramón Jáuregui, José Ramón Recalde, Juan Manuel Eguiagaray, José Luis Corcuera, Javier Rojo, Nicolás Redondo, Patxi López y Jesús Eguiguren), seis del Partido Popular (Marcelino Oreja, Carlos Iturgaiz, Jaime Mayor Oreja, Leopoldo Barreda, Antonio Basagoiti y Regina Otaola). A ellos hay que añadir otras tres personas representativas del mundo constitucionalista: Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua y Teo Uriarte. El libro se completa con las colaboraciones de testimonios más breves de Odón Elorza, Joseba Azkarraga, Javier Madrazo e Iñaki Azkuna.

La selección, como digo, no compromete el pluralismo político. La autora da cuenta, en este sentido, de la autoexclusión del mundo abertzale activo y de María San Gil. Sí compromete en cambio el pluralismo social que podría haberse conseguido con la incorporación de otras voces procedentes del mundo de la Universidad, de la economía, de la cultura, de la Iglesia o de las víctimas del terrorismo, en este último caso representadas por el testimonio de Maite Pagazaurtundua. No dice nada la autora de estas exclusiones. Es posible que se hayan producido por un proceso natural: los políticos siempre están dispuestos a hacer oír su voz en contraste con la actitud más discreta de otros colectivos. Pero es posible también que se trate de una decisión deliberada de la autora, más atenta a los aspectos estrictamente políticos de la memoria del País Vasco a lo largo de estas últimas décadas. Se trata en todo caso de una opción discutible que quizá hubiera merecido una explicación por parte de María Antonia Iglesias.

A lo largo de los 32 testimonios se hace presente con carácter destacado el tema de ETA y la violencia. El libro recoge materiales muy ricos en relación con la cuestión de la violencia (el surgimiento de ETA, su papel en la Transición, la reunión de los nacionalistas en Txiberta, las actitudes del PNV ante la cuestión, el impacto de los asesinatos, particularmente el de Miguel Ángel Blanco y Fernando Buesa, la acción de los GAL, las conversaciones de Zúrich, Argel y Loyola...). En general, el tema estrella del libro está abundante y sólidamente tratado. No ocurre lo mismo con la otra gran cuestión de la vida política vasca: el tema de las relaciones y el encaje de Euskadi en la vida española. Por supuesto, el problema aflora a lo largo de buen número de testimonios, pero quizá, con excepción de la conversación con José Ramón Recalde, no se plantea en términos teóricos y políticos lo que, una vez eliminada la presión de la violencia, será la gran cuestión de la política vasca.

La experiencia vital de los políticos sometidos a interrogatorio se pone de manifiesto en buen número de ocasiones, pero quizá no con la extensión que el lector podía esperar de un libro de estas características. Detrás de estos 32 personajes hay una biografía familiar, una experiencia profesional y una deriva vital que, con seguridad, al lector le hubiera gustado conocer con más detalle. En ocasiones este aspecto es recogido con algún detenimiento (Marcelino Oreja, Txema Montero, Jaime Mayor...), pero, en líneas generales, pienso que resulta excesivamente breve la referencia al contexto vital de los entrevistados.

En el terreno político más inmediato, el libro aporta algunas novedades de interés. En primer lugar, la información sobre las divisiones actualmente existentes en el PNV. Queda claro de los testimonios aportados que el liderazgo de Ibarretxe permanece en pie ante las elecciones autonómicas de marzo. Pero a partir de este momento Ibarretxe conoce los puntos de vista de algunos de los dirigentes de su partido, unos dirigentes que conocen también sin margen para el error la posición del núcleo duro del mismo. En segundo lugar, la nueva estrategia del Partido Popular queda de manifiesto en los testimonios de sus actuales dirigentes. En tercer lugar, destaca la rectificación del socialismo vasco en relación con la experiencia de 2001 representada por el pacto entre Mayor y Redondo. Sorprende la intensidad de una autocrítica a la unión constitucionalista en un país dominado por el frentismo nacionalista a lo largo de estos treinta últimos años. Pero en todo caso, el testimonio de los dirigentes socialistas revela una estrategia para el futuro del País Vasco que parecen validar los resultados del l de marzo.

En definitiva, estamos ante un testimonio colectivo del mayor interés para el curioso espectador de la cuestión vasca. Un testimonio que, como confía la autora, puede servir también para facilitar la aproximación y el diálogo entre sus actores políticos. El libro ha sabido captar el pluralismo esencial de una sociedad vasca, pluralismo al que alude con bellas palabras Daniel Innerarity en uno de los prólogos de la obra: "Porque Euskadi está llena de gente que, desde algún punto de vista, puede ser considerada rara o fea: de derechas, de izquierdas, independentistas, jacobinos... Como antes hubo oñacinos y gamboinos, republicanos y monárquicos, tradicionalistas y liberales. De todo ha habido en esta viña y no parece que la variedad de las especies tienda aquí a disminuir. Sí, es cierto, pero también esos son los nuestros. Ésa y no otra es la grandeza de la ciudadanía democrática, que incluye en el nosotros colectivo a nuestros antagonistas, a quienes no hemos tenido la posibilidad de escoger".

Alsasua (Navarra) el 22 de marzo de 2006,  día en que ETA anunció un alto el fuego permanente.
Alsasua (Navarra) el 22 de marzo de 2006, día en que ETA anunció un alto el fuego permanente.PABLO SÁNCHEZ

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