Ni lluvia ni nada, sólo pretensiones
El título de esta película navega entre lo esforzadamente lírico y la cursilería. Digno de la hipersensible Isabel Coixet. También inequívocamente francés o porteño. Lo cual no significa ni remotamente un demérito, sólo una constatación histórica. Pero los títulos de crédito logran ahuyentar mis prejuicios ante enunciado tan sugerente.
El guión está firmado por esa pareja artística y sentimental tan inteligente y creativa formada por Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri y la dirige Jaoui. También la interpretan. O sea: autoría completa. Algo temible en algunos casos y esperanzador en otros. En este caso, promete mucho. Han parido dos de las películas más interesantes en los últimos años del cine francés, el de la excepción cultural (cuyo modelo de financiación pública y afluencia de público nativo hace suspirar de envidia a tantos e incomprendidos productores y artistas españoles), el que lleva demasiados años sin levantar cabeza internacionalmente aunque los espectadores franceses sigan fieles a la grandeur o se enamoren masivamente de una fervorosa exaltación de aldea tan carente de gracia como Bienvenidos al Norte.
HÁBLAME DE LA LLUVIA
Dirección: Agnès Jaoui.
Intérpretes: Agnès Jaoui, Jean-Pierre Bacri, Jamel Debbouze, Pascale Arbillot, Guillaume de Tonquedec.
Género: comedia. Francia, 2007.
Duración: 110 minutos.
Esas crónicas del anverso y el reverso de gente cotidiana, de una visión mordaz y comprensiva de seres humanos con irreprimible afición o necesidad de mentirse a sí mismos y a los demás, de la sutileza y la ironía juzgando los comportamientos, las verdades, las medias verdades, los engaños relativos y los engaños absolutos, lo que se dice y lo que se siente, estuvieron admirablemente expresados en las originales, frescas, sarcásticas, complejas, humanistas y muy atractivas Como una imagen y Para todos los gustos.
Lo que me resultaba fluido, ácido y convincente en esas películas aquí me resulta fofo, previsible, amateur, pretencioso, un quiero y no puedo con afanes líricos sobre personajes y situaciones que te resultan forzados y espúreos.
El estilo para contar las miserias de una señora feminista y con carrera política, su despechado amante, su casada e infeliz hermana, sus traumas de infancia, la maltratada y resignada criada magrebí, el concienciado y resentido hijo de la multiculturalidad, el periodista antiguamente riguroso que sobrevive patéticamente tirándose el rollo sobre el malicioso retrato de las mujeres con poder, el bisturí sobre lo que lo que intentamos parecer y lo que somos, es digno de una cortometrajista con abusivas ilusiones, es intrascendente, no provoca ni frío ni calor.
Tengo inmensas ganas de recomendarme a mí mismo y a ustedes alguna obra de arte que no esté hablada en inglés. No hay manera. No puedo hacer europeísmo ni patria. Solo me seduce el imperialismo cultural y la vacuidad artística de las películas seleccionadas al Oscar.
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