Lo que de verdad importa
Este 2009 se perfila como una gran oportunidad para la educación española. Sobre todo, porque la decisión de los magistrados del Tribunal Supremo, que ha logrado cerrar con cuatro rotundas sentencias dos años de debate distorsionado y estéril en torno a la educación en valores ciudadanos, abre las puertas a un nuevo tiempo.
Cuatro sentencias que reafirman, de una vez por todas, la legitimidad que merece la asignatura Educación para la Ciudadanía, que rechazan de plano la objeción de conciencia a esta materia y que destacan la importancia de la escuela en la transmisión de valores comunes a todos. Puro sentido común.
Nos habíamos acostumbrado a que la banda sonora del debate educativo fuera un ruido tan ensordecedor que nos impedía escuchar la normalidad con la que Educación para la Ciudadanía se impartía en la inmensa mayoría de las aulas. La normalidad que dan contenidos como el conocimiento de las instituciones democráticas, los derechos individuales y sociales, la Constitución o el funcionamiento de las sociedades modernas.
Es hora de que todos los alumnos vuelvan a clase y el sentido común vuelva al debate educativo
Asuntos tan importantes y necesarios como los que transmiten las matemáticas, los idiomas o el conocimiento del medio. Por eso es hora de que todos los alumnos, sin excepción, vuelvan a clase y de que el sentido común vuelva al debate educativo. Y, por eso, la decisión del Supremo nos lleva a preguntarnos: ¿Será cierto que, por fin, podemos dar un paso al frente y proponer un debate responsable sobre la mejora de la educación de nuestros hijos, sobre lo que de verdad importa? Espero que sí.
Porque merece la pena que toda la comunidad educativa y toda la sociedad participemos en un debate que incluya propuestas de mejora, capaz de valorar la educación como una oportunidad para salir reforzados de la actual situación de crisis económica y que sitúe al alumno en el centro de sus prioridades.
Porque existen suficientes asuntos y líneas de trabajo en marcha como para que nadie pierda el tren de participar en la mejora de la educación y, en definitiva, en la mejora de nuestro futuro.
En los últimos meses, hemos logrado entre todos garantizar la gratuidad de la educación entre 3 y 6 años; nos hemos puesto de acuerdo para impulsar por primera vez la creación de nuevas plazas escolares de calidad para niños de entre 0 y 3 años en todo el Estado y hemos conseguido adaptar a la realidad actual asuntos como la Selectividad, que llevaban intactos más de 30 años.
Queremos y necesitamos que todos nos impliquemos en la hoja de ruta de la Formación Profesional, porque representa la oportunidad definitiva de superar las carencias que separan a nuestro sistema educativo de los más avanzados. Una propuesta con la que podemos lograr que más alumnos sigan estudiando en etapas postobligatorias, que vuelvan al sistema educativo aquellos que lo abandonaron de forma prematura y, además, aprovechar y reconocer la experiencia y la cualificación de aquellos que llevan años trabajando. Porque si ante este fantástico reto hemos sabido tomar la salida juntos el Ministerio de Educación, el de Trabajo y los agentes sociales y económicos es precisamente para que la Formación Profesional y la educación a lo largo de toda la vida no dejen a nadie en el camino.
Es el mismo espíritu con el que las comunidades autónomas y el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte hemos acordado e impulsado un ambicioso Plan de reducción del abandono escolar temprano. Porque nos afecta y nos preocupa a todos.
Del mismo modo que todos compartimos la necesidad de evaluar el funcionamiento del sistema educativo, ponemos el acento en la urgencia de mejorar la competencia lectora de los jóvenes o buscamos fórmulas para garantizar que los alumnos no sólo tengan acceso a las nuevas tecnologías, sino que las transforman en su principal herramienta de trabajo.
Si compartimos el compromiso que como europeos nos marcamos para hacer de la nuestra la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo, tenemos que remar todos en la misma dirección. Porque el esfuerzo que requiere hacer de la generación actual la generación mejor formada de la historia es inabarcable si no somos capaces de afrontarlo juntos.
El debate es sano, permite enriquecer las ideas y propuestas y sirve de aliciente para mejorar. Por eso, ahora que por fin podemos superar la polémica ficticia que ha rodeado la puesta en marcha de Educación para la Ciudadanía, es el momento de pasar a otra cosa: a la mejora efectiva de la educación.
Eva Almunia Badía es secretaria de Estado de Educación y Formación.
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