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EE UU propone una nueva estrategia civil para ganar en Afganistán

La Casa Blanca pretende impulsar la reconstrucción y el desarrollo del país

Estados Unidos ultima un golpe de timón en su estrategia afgana para dar más énfasis a la reconstrucción y al desarrollo económico y político del país. El objetivo es que los afganos vean resultados positivos de la presencia internacional, según manifestó ayer Robert Gates, el secretario de Defensa de EE UU. "Vamos a dejar de pensar a 20 o 30 años vista y hacerlo en plazos más cortos, de tres o cinco años, y con objetivos factibles", adelantó.

La nueva estrategia, que será consensuada con todos los aliados, va de la mano de la consolidación del esfuerzo militar y entronca con lo que han venido pidiendo desde hace tiempo buen número de socios europeos. La primera prueba será la elección presidencial de agosto, convertida en máxima prioridad de la OTAN. Todos los aliados se han comprometido a contribuir con los medios a su alcance a crear en los afganos la sensación de que están viendo el fin del túnel.

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El Gates diplomático, cortés y pulido que tomó el relevo del estridente Donald Rumsfeld encuentra en el presidente Barack Obama un aliado natural que le ayuda a hacer más creíble ante los socios de la OTAN sus ideas sobre el cambio necesario en Afganistán. Gates se estrenó como jefe del Pentágono ante sus colegas aliados en la reunión ministerial informal de Sevilla y ahora, dos años y un presidente después, ultima los detalles de una estrategia más sutil para Afganistán, un plan que ya comenzó a elaborar a finales del año pasado. "Estamos pensando en términos más cortos en el tiempo, en tres o cinco años, en cómo mejorar la seguridad, pero también en la gobernanza, el desarrollo económico, el Estado de derecho. Y con objetivos factibles", dijo.

Las nuevas ideas dan forma a los cambios sugeridos en la cumbre aliada de abril del año pasado en Bucarest y suponen un cambio radical, entre otras cosas por la voluntad de la Casa Blanca de elaborar un plan que sea solemnemente asumido por todos los aliados en la cumbre del 60º aniversario de la OTAN del venidero abril. "Buscamos la opinión de todos", insiste Gates, empezando por Afganistán y Pakistán, reconocidos definitivamente como muy problemáticos siameses, protagonistas de un conflicto regional que sólo se podrá resolver con la implicación de los vecinos, desde China e India a Irán. A todos los aliados se les pedirán ideas, comentarios y enmiendas con vistas a definir el rumbo a seguir en común en Afganistán.

Ayer, en la reunión de Cracovia (Polonia), no se discutió el contenido de la revisión estratégica y Gates ni siquiera pidió tropas en concreto, más allá de insistir ante sus colegas en la necesidad de que haya aportaciones militares, estimadas en unos 10.000 efectivos, "muy pronto, para la seguridad de las elecciones en Afganistán y para que los afganos puedan votar". Tampoco las va a haber necesariamente en la revisión estratégica. "Estamos discutiendo qué vamos a pedir que puedan aportar los distintos aliados", adelantó Gates.

El clima de la reunión de ayer fue de unanimidad pocas veces vista. Todos aplaudieron la decisión de Obama de enviar 17.000 soldados más en los próximos meses, pero sin seguir la estela, salvo Alemania e Italia, cuyos ministros confirmaron las decisiones de sus Gobiernos de enviar respectivamente 600 y 500 nuevos soldados. Con el anuncio de Obama, EE UU llegará a tener del orden de los 55.000 soldados en Afganistán, y el resto de los aliados y países asociados a la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), en torno a los 30.000.

Estados Unidos va a desplegar los refuerzos en el sur, la región que mejor controlan los talibanes, núcleo de la producción de opiáceos, con el objetivo de mantener bajo control el terreno recuperado, que hasta ahora se venía abandonando por falta de medios. "Con este incremento esperamos mantener el terreno, crear seguridad y, con ella, desarrollo", señaló Gates.

Los ministros aliados celebraron el éxito en la formación del nuevo Ejército afgano, que en marzo tendrá ya 86.000 miembros y va adelantado en sus planes de conseguir llegar a los 134.000. Como contrapartida, la formación de policías está plagada de insuficiencias y los aliados se están planteando intervenir en serio directamente en ella.

La venidera estrategia de coordinación militar y civil descansa sobre la relación, que Gates calificó de "muy buena", entre el general estadounidense David McKiernan y el representante especial del secretario general de la ONU, Kai Eide, que debe coordinar los esfuerzos civiles de la comunidad internacional. "Parte del problema es que Eide no sabe lo que cada país está haciendo en Afganistán, lo que no le permite coordinar", apuntó el jefe del Pentágono.

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