Cebiche, 'chifa' y cumbia peruana
De la plaza de Armas a las oscuras catacumbas de San Francisco, pasando por el poético distrito de Barranco, la capital peruana ofrece tesoros deliciosos para la vista y el paladar
Lima, fundada por Francisco Pizarro el 18 de enero de 1535, esconde, en medio de la bruma que suele acompañarla, un cofre de plazas, museos, miradores y casonas antiguas. Un mar (el Pacífico) la acaricia, como canta un vals, y, sobre todo, espera, en sus decenas de restaurantes, al viajero ávido de una experiencia culinaria realmente religiosa. La meca de la espectacular comida peruana está acá y también las iglesias, que guardan aún el tufo añejo de la colonia. La ciudad es una mezcla de lo andino larvado (las wakas, restos prehispánicos, se yerguen en algunos barrios), lo ibérico señorial y lo contemporáneo kitsch. Lima, la única, la Ciudad de los Reyes.
9.00. Energético mate de coca
Primera estación: el Bar Cordano (1) (Girón Ancash, 202), ubicado al lado de Palacio de Gobierno, en el centro neurálgico, político e histórico de la ciudad. Fundado en 1905, ofrece bastante más que un pálido desayuno americano. Se puede pedir, por ejemplo, un sándwich de jamón del país, que los mozos prepararán con devoción afanosa, o un contundente lomo saltado, suculento híbrido de la comida china y criolla que lleva carne, papas, cebolla, tomate. Quizás lo mejor sea tomarse un mate de coca, energética yerba sagrada inca.
Saliendo hacia la derecha, por el jirón Ancash, espera una aventura subterránea. Las catacumbas de San Francisco - B están bajo la iglesia del mismo nombre, del siglo XVII. Oficiaron durante siglos como el primer cementerio limeño, hasta que José de San Martín las prohibió en 1821. Guardan restos de cerca de 25.000 personas que hasta hoy nos miran desde sus mudos cráneos, tibias, peronés...
11.00. Suplicio de maniquíes
Hay que abrir los ojos para ir admirando el centro histórico (patrimonio mundial de la humanidad desde 1988), con numerosos balcones y casonas antiguas. Si se quiere seguir en onda tenebrosa, el Museo de la Inquisición (3) (www.congreso.gob.pe/museo.htm; 00 511 311 78 01. Abre todos los días de 9.00 a 17.00) está en la vecindad, a unas tres cuadras de San Francisco, frente al Congreso de la República (4). Por sus corredores se ven réplicas del penoso tribunal del Santo Oficio y el plato fuerte es la sala de los suplicios, con maniquíes que parecen soltar su lamento inútil hacia el cielo. De allí, tras el susto, se puede bajar por el jirón Ancash para volver al Palacio de Gobierno (5), donde, a las 12.00, tiene lugar el coreográfico cambio de guardia presidencial.
13.00 Tiradito frente al mar
Tras el número dancístico-militar, apreciar la Catedral (6) (donde está enterrado Pizarro), el Municipio, el Arzobispado y hasta el monumento a Taulichusco el Viejo, último gobernante prehispánico de la ciudad. Algo rápido, que ya es hora del almuerzo (en la Península, la comida).
La recomendación suprema es huir hacia la deliciosa Avenida de La Mar (7), ubicada en taxi a 15 minutos del centro, en el menos tumultuoso distrito de Miraflores, epicentro de todo devoto de la culinaria hecha con frutos del mar. Cuando frisa el mediodía, por esta arteria se puede sentir el olor de la jalea, el sudado, el chupe, el tiradito, el chicharrón y otras exquisiteces que se sirven en restaurantes como La Red, Pescados Capitales, Mi Causa, La Mar. Hay que probar también el cebiche, plato nacional hecho de pescado cocido en limón. Si no lo hace, no estuvo en Lima.
15.00. Sobremesa de museos
Tras la sobremesa, un destino posible es el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (8) (http://museonacional.perucultural.org.pe; 00 511 463 50 70. De 9.00 a 17.00; a 16.00, los festivos; cierra lunes), sito en la plaza de Bolívar del distrito de Pueblo Libre. Se llega allí en otros raudos 15 minutos y en sus salas se pueden apreciar la cerámica, la orfebrería y los textiles prehispánicos, así como algunas momias, huesudas y desafiantes.
Si queda aliento, es hora de volar hacia el Museo de Oro del Perú y de Armas del Mundo (9) (www.museoroperu.com.pe; 00 511 345 12 92. Abre todos los días, de 11.30 a 19.00. 8 euros). Ubicado en el distrito de Surco, alberga vasijas, brazaletes, orejeras, collares y otros objetos de las culturas Chimú, Chancay, Nazca, Vicus. Oro mágico y ancestral.
Al lado, hay una colección de armas de 20.000 piezas. En sus salones duermen sables, arcabuces, pistolas y armaduras. También uniformes famosos (y penosos). Montadas en maniquís, las galas militares de Videla, Pinochet y del mismísimo Francisco Franco. Los devotos de la democracia se pueden abstener o mirar con ojos antropológicos esa fauna.
19.00. Arroz 'chaufa' y suspiros
Cuando el hambre reaparece hay que buscar un chifa, peculiar restaurante de comida china aperuanada. Se remontan al siglo XIX, cuando los inmigrantes chinos trajeron su arte culinario en las maletas y al convivir con los peruanos reinventaron su tradición. El resultado: platos como el arroz chaufa o la sopa wantán, que no se van encontrar en ningún otro restaurante chino de Barcelona a Nueva York. Hay muchos chifas, pero dos muy buenos son el Walok (10) (www.walok.com; 00 511 447 13 14. Angamos, 700, Miraflores) y el Royal (11) (www.restauranteroyal.com; 00 511 422 95 47. Prescott, 231, San Isidro).
La siguiente estación es el sureño distrito de Barranco, territorio de poetas, mimos, pintores, escultores. Punto obligado: el romántico Puente de los Suspiros - (12) montado sobre una quebrada por donde hace varias décadas la gente bajaba a la playa con trajes de baño que iban hasta los pies. Metros más allá, un mirador para ver el mar. Las casas son señoriales y delicadas y hay numerosos centros culturales y fondas. Para la primera copa, las Posadas del Ángel (hay tres) o el Juanito (13) (plaza de Barranco), histórico e imperdible bar bohemio.
21:00. Bailando en la peña criolla
Es hora de ir a alguna peña criolla o folclórica, recintos donde estallan el vals, el landó, la marinera, el tondero, la zamacueca o el alcatraz, bailes que recogen tradiciones criollas, africanas y andinas. Hay peñas de varios precios y dimensiones, pero Barranco es el distrito donde más y mejor abundan.
Si la apuesta es por la música negra, el destino es Don Porfirio (14) (www.donporfirioperu.com. Manuel Segura, 115, Barranco), donde hay zapateo criollo y pregones (con los que se vendían productos durante la colonia). Otra opción más movida es la Peña del Carajo (15) (www.delcarajo.com.pe. Catalino Miranda, 158, Barranco). Si se es aún más noctámbulo, la noche lleva al Brisas del Titicaca (16) (www.brisasdeltiticaca.com. Wakulski, 168, Cercado de Lima), acaso la más espectacular peña folclórica del Perú. Un lugar enorme, lleno de color, calidez y donde se puede bailar hasta las últimas consecuencias.
En todos estos lugares, finalmente, ha penetrado la cumbia peruana, ritmo tropical recreado en estas tierras. Cuando la madrugada vaya disipando las brumas limeñas, el cuerpo y el alma se seguirán moviendo, alentadas por la magnífica cerveza o el pisco, la bebida nacional. Pero sobre todo porque esta ciudad es sensual, histórica, inolvidable.
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