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Crítica:59º BERLINALE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Biopic' intrascendente sobre Notorious Big

La película sobre la vida del 'rapero' es tan convencional como previsible

Carlos Boyero

En todos los festivales aparece invariablemente una jornada insalvable, en la que todas las películas de la sección competitiva poseen un nivel infame, en las que no hay nada que te puedas llevar a la retina sin peligro de que se te atragante.

El desastre ha comenzado con la película rumana Katalin Varga, tragedia rural que se desarrolla en los paisajes por los que se movía el fascinante conde Drácula, pero aquí sólo existe una historia de venganza cochambrosamente rodada y a la que lo único que se le puede agradecer es que sólo dure 83 minutos. Si el director Peter Strickland hubiera decidido que el ajuste de cuentas de una mujer casada con los fulanos que la violaron y dejaron embarazada lo podía resumir en un cortometraje, algunos de los espectadores le hubiéramos puesto un altar.

Happy tears, dirigida por Mitchel Lichtenstein, alberga pretensiones de comedia excéntrica y sensible, de humor para iniciados, pero el resultado es un cargante onanismo mental por parte de alguien que se cree ingenioso y onírico, que va todo el rato de listo, aunque su lenguaje expresivo roce el patetismo. Está centrada en dos hermanas traumatizadas por fantasmas de infancia que deben cuidar de un padre senil, lo cual no le impide al muy destroyer mantener a una amante yonqui y chantajear a sus hijas con la promesa de que hay un tesoro escondido en la casa. Es una sucesión de insensateces sin sentido del ridículo pero autoconvencidas de que tienen mucha gracia para los espectadores que estén en la onda. Algunos se reían, lo cual equivale a que volveré a cruzarme en la programación de festivales venideros con nuevas entregas de un director a huir. También deduces que las carreras de Demi Moore y de Ellen Barkin deben de andar a la deriva cuando se prestan a interpretar un guión tan lamentable.

Mis conocimientos de la música rap son ínfimos, por lo que no puedo testificar la excelencia del rapero Notorious Big, aunque sí tenía noticias de que su existencia fue azarosa y de que acabaron asesinándole. Lo que sí tengo claro es el renovado interés de Hollywood por hacer biopics sobre grandes figuras de la música con una vida problemática y que a ser posible se redimieran finalmente de su volcánica adicción a las drogas. Los justificadamente legendarios Ray Charles y Johnny Cash recibieron ese estratégico tributo del cine en los últimos años y con resultados entre lo aceptable y lo mediocre. La escalofriante Billie Holiday tampoco tuvo demasiada suerte en la recreación de su desdichada existencia. Tuvo que llegar un clásico como Clint Eastwood para retratar con emoción y complejidad memorables el trágico camino del genial Charlie Parker en Bird.

Notorious Big está dirigida de forma tan convencional como previsible, con todos los tópicos que caracterizan al género. Desde la niñez hasta que comienza a grabar discos Notorious Big fue un camello callejero. Esa temática del trapicheo ejercido por chavales negros, que en la serie de televisión The wire está admirablemente reflejada, aquí viene descrita de forma absolutamente artificial, al estilo del peor Hollywood. Lo único que te sorprende en esta olvidable película es el asombroso parecido físico entre el orondo y sensual Notorious Big y el actor que le interpreta. Imagino que sus fans disfrutaran enormemente con la banda sonora de esta biografía sobre el sueño americano que a mí sólo me provoca indiferencia, incluido el trágico desenlace.

Fotograma de <i>Notorious, </i><b>de George Tillman Jr., con Derek Luke (a la izquierda) y Jamal Woolard</b>.
Fotograma de Notorious, de George Tillman Jr., con Derek Luke (a la izquierda) y Jamal Woolard.

Babelia

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