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La vida en grabados de Louise Bourgeois

La Casa da Parra acoge la primera exposición en Galicia de la francesa

Una estética feminista antes de la teoría es lo que subyace en La sage femme, la colección de 50 grabados, dibujos y diseños de Louise Bourgeois que se expone, hasta el 2 de marzo, en la compostelana Casa da Parra. La nonagenaria francesa, conocida sobre todo por sus esculturas, se muestra aquí a través del material reunido por María Fluxà.

La comisaria catalana recuerda el carácter "autobiográfico" de la obra de Bourgeois. "Ella trabaja para espantar sus demonios y seguir viviendo sin que la molesten. Esos demonios son suyos, míos y de otras mujeres, desde la no igualdad de oportunidades hasta la cosificación del cuerpo". Fluxà entró en contacto con ella a raíz de la retrospectiva que le dedicó el MOMA de Nueva York en 1982, en la primera antológica sobre la artista femenina de este museo. Su primera impresión fue la Femme maison (Mujer casa), el aguafuerte de 1947 en el que Bourgeois politiza la calma de las celdas domésticas. Una mujer con el torso convertido en vivienda, por donde asoma una mano infantil. "A mí me habían educado para estar en casa, y esa imagen fue más que un revulsivo. Encontré la representación gráfica de mi estado emocional", dice Fluxà. La adquirió ocho años después, convirtiéndose en la primera pieza de su colección Bourgeois.

Su madre estaba enferma y su padre mantenía relaciones con la criada

La muestra llega hasta Metamorfosis, los siete grabados incluidos en el libro de autor homónimo que editó Lelong en 1999. Un diálogo abierto entre Fluxà, que incluye fotos familiares, y Bourgeois, que presenta dibujos y hasta siete grabados donde se manifiesta su vocación de sage-femme (mujer que ayuda a nacer). Para Patricia Mayayo, investigadora del arte a través de la teoría feminista (y al revés), el título de la colección remite "a la partera que ayudó en ese segundo nacimiento, pero también el hada costurera: Bourgeois, la que no tuvo más remedio que aprender a remendar el dolor".

Como tal, los fantasmas de Bourgeois, que durante un tiempo se apoyó en cierto onirismo surrealista, no son problemas de clase. Hija de restauradores de tapices, estudió matemáticas en la Sorbona de París hasta elegir la dimensión práctica del arte. "En su caso, los demonios se concentran en la enfermedad de su madre; su padre, mientras, mantenía relaciones con la criada". La experiencia se reconstruye en series como el Tríptico para el cuarto rojo, tintas con cuerpos enfermos, sexualidades disímiles y arquetipos de mater dolorosa. Violación, Natividad y lecturas irónicas de la histeria.

La sage femme incluye también una escultura, Connecticut. Una casa de acero con las ventanas cerradas y un lateral abierto que permite extraer un xilófono. En palabras de Bourgeois, "el arte como garantía de salud mental". Fluxà subraya su "espíritu combativo y feminista, sin que ello suponga la pérdida de su individualidad ni el sometimiento a ninguna línea ideológica".

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