Los olores se escapan de la ley
Huelva, Sevilla y Cádiz son las provincias que registran más quejas por la contaminación que emiten las industrias - Ninguna norma regula el problema
"Todo el pueblo huele a tocino quemado, es vomitivo. El olor se mete en la garganta y en el paladar, no podemos abrir las ventanas, ni hacer deporte, ni saborear la comida. Esto nos condiciona la vida". Rafael Tejerina, dueño de un restaurante y una tienda de alimentación del pueblo sevillano de La Algaba, es uno de los más de 6.000 vecinos que han presentado su firma a la Consejería de Medio Ambiente en un escrito que revela "el hedor pestilente que desprende la empresa de subproductos cárnicos Render grasas".
Para estos habitantes, el olor no evoca los recuerdos más cercanos a la memoria, para ellos significa molestias e incluso pérdidas económicas. Tejerina cuenta en su tienda, rodeado de golosinas y pasteles, los perjuicios de la peste en sus establecimientos. "En verano estamos obligados a tener el aire acondicionado el día entero encendido, y los clientes no se sientan en mis veladores. Después se nota en las cuentas". María Dolores García entra en la tienda de Tejerina, y al escuchar hablar del problema, enseguida se apresura a comentar en tono quejumbroso. "Es indignante, lavamos la ropa constantemente porque al tenderla se impregna todo, hay personas que hasta vomitan. Yo cada día estoy encantada de levantarme temprano e irme a trabajar a Sevilla. No quiero ni estar en el pueblo".
Ni Andalucía, ni España, ni Europa tienen ley contra los malos olores
Los humos en las zonas residenciales están regulados por los ayuntamientos
Estos vecinos no son los únicos afectados en Andalucía. Los onubenses de San Juan del Puerto viven con las emisiones de una fábrica de celulosa, los gaditanos del campo del Gibraltar soportan las refinerías y en San José de la Rinconada (Sevilla) se levantan cada mañana con el olor de la azucarera. Éstas son localizaciones puntuales, pero el que viva cerca de una depuradora, una granja, una destilería o un matadero también debe habituarse a estos malos olores. Como Rafael y María Dolores deberán de dejar la casa sin ventilar y poner ambientadores.
Solventar el problema no es tarea fácil. La contaminación por olores es un tipo de alteración de la atmósfera que no es perjudicial para la salud, es difícil de cuantificar y no existe ninguna ley, ni andaluza, ni española, ni europea que regule las emisiones de olor.
La Consejería de Medio Ambiente está sopesando desarrollar un decreto para tratar con más atención el problema de los malos olores. La secretaria general de Cambio Climático y Calidad Ambiental, Esperanza Caro, detalla que esta medida supondría "trabajar con una metodología, un criterio unificado y un régimen sancionador". En algunos países europeos ya han establecido normativas más estrictas y en Cataluña se trabaja en un anteproyecto de ley.
Pero hay algunos en España que, por cuenta propia, se han adelantado a cualquier medida y le han echado un pulso al vacío legal. La familia murciana López Ostra recurrió en 1994 al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para exigir su derecho fundamental al respeto a la vida privada, familiar y del domicilio. Los López Ostra ganaron y abrieron una ventana en la lucha contra el hedor.
Esta familia es una referencia para el 19,4% de andaluces que se queja de malos olores y para los 6.000 firmantes de La Algaba, Guillena, Gerena y Santiponce (pueblos afectados por las emisiones de Render grasas). Estos vecinos no quieren que se pare la actividad laboral, "menos en esta época de crisis", apunta Rafael. "Solo pedimos medidas correctoras". Raúl Vega, portavoz de la empresa denunciada, asegura que la instalación cumple todos los permisos municipales y regionales para su funcionamiento. "Si no fuese así, la consejería nos habría cesado la actividad, además incluso hemos solicitado las autorizaciones europeas", asevera.
Esperanza Caro ratifica que "las quejas por malos olores son cada vez más frecuentes". Y matiza la diferencia que hay entre sufrir olores generados por actividades industriales y las que se desarrollan dentro de los núcleos urbanos. "En las zonas residenciales, los olores son tratados con ordenanzas municipales y las denuncias se pueden hacer en los ayuntamientos". Los problemas por olor en zonas residenciales están localizados en los restaurantes, bares, mercados, churrerías, ríos y desagües. Pero hay localidades en las que se generan ambos problemas. "La recalificación de terrenos ha llevado a que las zonas residenciales se expandan hacia las industrias, por eso también los núcleos de población se han acercado a los grandes focos de olor", destaca Caro.
El futuro decreto que todavía está por estudiar intentará subsanar el desarreglo normativo entre autorizaciones de administraciones, derechos de empresarios y quejas de ciudadanos. Mientras que llega, se acabará el lluvioso invierno que dispersa los olores y llegará la florida primavera. "Está claro que no podré disfrutar del olor a azahar que hay en los naranjos de la plaza del ayuntamiento de mi pueblo", se resigna Tejerina.
Narices calibradas
Ignacio Valor, jefe de olfatometría de la empresa Labaqua y panelista (que es como se conoce a los catadores de olores), explica qué es el olor: "Se define como aquella sustancia que es distinguida por el olfato humano de una muestra inodora. Pero claro, cada persona tiene un olfato diferente". Por esto, según comenta, para discriminar olores hacen falta personas con olfatos calibrados que son educadas para reconocer distintas emisiones. Para hacer sus informes cuenta con aparatos de olfatometría, pero también con un equipo de panelistas. "En el protocolo de actuación para medir olores debemos: visitar la instalación, localizar los focos, llevarnos muestras, analizarlas en el laboratorio antes de 30 horas, ver la concentración y calcular la dispersión en el entorno por la dirección del viento, la estabilidad atmosférica y la topografía". Para determinar sus estudios se basan en una unidad de olor europea que representa la cantidad de sustancias olorosas que, cuando se evaporan en un metro cúbico de un gas neutro, origina unas respuesta determinada. "Es una disciplina complicada, pero eficiente", comenta. Otra cuestión es definir si un olor es agradable o desagradable. "Aunque no lo parezca, es una pesadilla vivir todo el día con olor a suavizante o a bollería", declara convencido.
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