Decadencia de los 'Bin Laden'

Los billetes de 500 euros ya no están de moda entre los defraudadores fiscales; ahora privan los de 200 euros. Las señales son inequívocas: la emisión de billetes de 500, los famosos Bin Laden, disminuyó durante el año 2007 un 1,7%, mientras que la de billetes de 200 aumentó el 5%. El dinero negro se siente acosado por las tímidas operaciones de la Agencia Tributaria, que ordenó investigar, a la vista del escandaloso aumento de los billetes de 500 en años anteriores -España tiene una cuarta parte de los billetes de 500 emitidos en la eurozona- hasta 12.000 operaciones económicas, superiores a los 500.000 euros, realizadas con billetes grandes. Los escasos expedientes concluidos confirman lo que todo el mundo suponía. Aproximadamente el 80% de las operaciones investigadas pertenecen a constructoras e inmobiliarias y en el 80% se ha demostrado fraude. Sorprende lo alicorto del plan de inspección: sólo afecta al 1% de las operaciones realizadas con billetes de 500; el 99% restante que puedan ser delictivas quedarán impunes.

A pesar de tan evidentes carencias, el plan ha metido el miedo en el cuerpo a los evasores fiscales. La agencia tendrá que preparar un plan específico para las transacciones con los billetes de 200. Ya se sabe que mover la maquinaria contra el fraude fiscal es costoso y lento. La buena noticia es que a partir de 2010, si se ejecutan los cambios anunciados en la Ley General Tributaria, las entidades de crédito tendrán que informar al Banco de España de las operaciones en dinero superiores a los 3.000 euros. Hacienda dispondrá de información directa sobre operaciones con elevado riesgo de fraude.

Pero, a cambio, hay varias malas noticias. Por cada 100 euros de fraude que levanta, Hacienda apenas cobra 13. Forma parte constitutiva de la economía española el que los delincuentes demuestren más agilidad que las autoridades. Además, los enormes fraudes inmobiliarios cometidos en 2002 y 2003 que podían haberse rastreado a partir de los Bin Laden ya han prescrito. Moraleja: las amenazas de la agencia no disuaden del delito; sólo modifican el modus operandi.