El arte de innovar
El PP de Galicia está que trina porque el Ejecutivo de Emilio Pérez Touriño se haya dedicado a "despilfarrar" cuatro millones de euros en remodelar tres salas de la sede del Gobierno autónomo en San Caetano. El actual presidente de la Xunta manifestó ayer que no entrará "en ese juego en ningún caso y bajo ninguna circunstancia". Y dijo que toda la información a propósito de las obras está a disposición del Parlamento autónomo y de quien haga falta.
Se puede entender que Touriño pueda tener alergia a hablar de cifras, sobre todo porque debió de marearse, e incluso desmayarse, con los 475 millones de euros que terminará por costar A Cidade da Cultura, el mastodóntico proyecto que heredó de su predecesor, don Manuel Fraga, pero ese rechazo drástico a dar explicaciones y la solemnidad con que se niega a jugar el juego de la democracia (hablar, discutir, atacar, defender, polemizar, opinar, dialogar) no es de recibo.
Touriño debería intentar transmitir el entusiasmo con que ha acometido esa remodelación, en vez de callar y cerrarse en banda. Los ciudadanos se lo agradecerían. Algo tienen que tener esas sillas modelo Oxford que le cuestan 2.269 euros cada una de ellas. ¿La forma, el color, el material, el punto exquisito que tiene su diseño? Tampoco tiene que ser tan difícil explicar la importancia de esas nuevas tecnologías por las que va a desembolsar más de un millón de euros. Todo el mundo ve con buenos ojos la innovación y seguro que celebra que los consejeros vayan a ser dentro de poco diestros con el PowerPoint y el Excel y cuantos programas informáticos sean necesarios para poner en marcha los desafíos de la Xunta.
Un ventanal con vistas a un jardín con estanque, una mesa elíptica para las reuniones y la oportunidad de pisar un pavimento de vidrio: trabajar en un medio propicio, construido con materiales nobles y equipado con la tecnología más moderna quizá no garantice la excelencia de cuanto vayan a producir allí los políticos gallegos, pero seguro que es bueno para su salud. Callar, pues, ante semejante despliegue de medios es poco hábil. Es la hora de hablar, no de esconderse.
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