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Reportaje:El relevo en la Universidad pública

El legado del rector Pérez

El ex responsable de la UPV retoma su vida de científico con un sabor agridulce: la universidad le dio la espalda en mayo pero le sucede su mano derecha, Goirizelaia

Aunque con su timidez habitual, Juan Ignacio Pérez posa ante la cámara relajado, cómodo con un atuendo desenfadado que sustituye al traje sobrio que pedía su cargo. Es una de las ventajas de pasar de ser rector de la Universidad del País Vasco a un profesor más. Además, con un año por delante sin tener que lidiar con estudiantes. Dos semanas después de cesar y en pleno periodo sabático, el ex rector afirma que le queda lejos el insólito episodio que tuvo que afrontar el pasado mes de mayo. Sólo él se presentó a las elecciones, pero recibió un 54% de votos contra su proyecto. La universidad quedó descabezada hasta que la mano derecha de Pérez, el vicerrector de Vizcaya Iñaki Goirizelaia, ganó los comicios de diciembre. Fue una mínima compensación para este catedrático de Fisiología Animal, que verá cómo se realizan los principales proyectos que impulsó mientras que él vuelve a "sus animales".

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Juan Ignacio Pérez, Iñako para los allegados, ganó en 2004 unas elecciones a las que se presentaron siete candidaturas. La división del voto cercano al no nacionalismo hizo que fueran los dos aspirantes identificados con el soberanismo, el propio Pérez e Iñaki Antigüedad, simpatizante de la izquierda abertzale, quienes pasaron a la segunda vuelta. Pérez fue el elegido para suceder al historiador Manu Montero. "Cogió la universidad en un momento de mayor estabilidad, por lo que pudo abordar nuevos retos: la remodelación de los campus, el impulso de la investigación y la estabilización de la plantilla", repasa el anterior rector y amigo del fisiólogo, Pello Salaburu.

Si Iñaki Goirizelaia cree que Pérez será recordado como "el rector que dio el gran cambio a la universidad", Javier Zuñiga, catedrático de Física de la Materia Condensada y uno de quienes propugnaron el voto negativo en mayo , afirma que su mandato ha supuesto una "involución". "No estamos mejor que en 2004. Cada logro tiene su cara negativa". El ejemplo claro es el nuevo sistema de complementos salariales, uno de los asuntos espinosos que explicó la derrota de Pérez: generalizó el cobro de los pluses, pero el desastroso proceso de evaluación indignó a los docentes.

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Pero si hay un asunto que actuó como un arma de doble filo fue su capacidad para atraer financiación. Pérez saneó las cuentas de una universidad que arrastraba un déficit crónico, ganándose el favor del Departamento de Educación y siendo el primer rector en conseguir comprometer al Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Vizcaya. Para sus detractores, lo hizo a costa de sacrificar la autonomía universitaria. Así lo cree Zuñiga, alarmado por la capacidad de presionar y de "cerrar el grifo" a la UPV que ahora tiene la consejería. "El Rectorado se ha plegado demasiado a sus exigencias", critica. El catedrático de Bioquímica Félix Goñi sentencia con humor: "Yo prefiero dinero y bienestar que autonomía. Es cuestión de gustos".

Ludger Mees, vicerrector de Euskera con Pérez, achaca esa percepción a la discreción del rector. "Nadie sabe los desencuentros que hemos tenido con Educación por los complementos retributivos. Esa aparente armonía se logró después de negociaciones muy duras, al borde de la ruptura", sostiene.

A Pérez también le perjudicó su imagen de hombre huraño y autoritario. "La victoria de Goirizelaia hace pensar que lo que se rechazó en mayo no eran tanto los proyectos como al propio candidato", interpreta el físico. Mees lamenta que "su mal pronto fue interpretado como arrogancia". Quienes le conocen le describen en cambio como una persona dialogante, honesta y directa, que no clava cuchillos por la espalda. "Hemos compartido mesa, bailado, cantado, sufrido, bromeado... Es un amigo imprescindible y nos hemos enriquecido mutuamente", recalca su sucesor.

Goñi vuelve a exhibir su pragmatismo: "Lo importante es que atendía el teléfono. Estoy harto de personas amables que no resuelven los problemas". Uno de los adversarios de Pérez en 2004, Ander Gurrutxaga, se queda con su pasión por la universidad: "Ha defendido con vehemencia su función social y ha dado la centralidad necesaria a la investigación".

Al mal trago en mayo le siguieron siete largos meses hasta las nuevas elecciones. Pérez tuvo que seguir gobernando una universidad que le había dado la espalda. Mees siente que el triunfo de Goirizelaia, precisamente contra Marisol Esteban, una de las que pidieron el "no", les hace justicia y les deja con buen sabor de boca. Sea real o un mero consuelo, Pérez vuelve a su vida de científico con la sensación de que, de alguna manera, la historia le ha absuelto.

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