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La nueva Casa Blanca

Rápido divorcio entre el nuevo mandatario y los periodistas

Antonio Caño

Puede que todo se deba a la comprensible impericia de los novatos o a la intolerancia de la élite periodística, un grupo de presión como cualquier otro que quiere hacerse notar en esta capital del poder, pero lo cierto es que la relación entre la prensa y la Administración de Barack Obama ha nacido de forma bastante accidentada.

Aunque los medios de comunicación fueron acusados por los conservadores de haber estado rendidos a los encantos de Obama durante toda la campaña electoral, ha sido llegar a la Casa Blanca y acabarse el amor. Los periodistas se quejan de dificultades en el acceso al presidente, de falta de información sobre sus movimientos y de algunos retrasos y errores en la comunicación entre los responsables políticos y la prensa. Algo similar está ocurriendo en el Departamento de Estado, donde algunos reporteros dicen que se han impuesto restricciones a sus movimientos, superiores a los que tienen en el Pentágono.

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Los periodistas se han quejado de que no se permitieran cámaras de televisión en el acto de segunda jura que Obama tuvo el miércoles. Las agencias AP, Reuters y France Presse se han negado a transmitir las fotos oficiales que les pasa la Casa Blanca como protesta por no haber sido autorizadas a realizar la foto de Obama al teléfono que fue distribuida en su primer día de presidencia.

Durante la primera conferencia de prensa del nuevo portavoz presidencial, Robert Gibbs, los corresponsales en la Casa Blanca le preguntaron por qué la primera entrevista de Obama como presidente fue concedida a la cadena de televisión ABC, precisamente la misma que pagó uno de los bailes de gala organizados el martes en su honor.

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Gibbs también sorprendió ayer a los participantes en su segunda conferencia de prensa al negarse a comentar el más mínimo aspecto relacionado con el ataque norteamericano a sospechosos de Al Qaeda en Pakistán, en el que murieron 15 personas. "¿No va a comentar nada de la primera acción militar de Obama?", le preguntó, incrédulo, uno de los periodistas.

El propio Obama hizo en la noche del jueves un intento de aproximación y bajó a la Sala de Prensa de la Casa Blanca para saludar a los que allí quedaban. No fue una buena idea. Enseguida, uno de los presentes se lanzó a hacerle preguntas delicadas sobre el posible próximo número dos del Departamento de Defensa. "Veis, muchachos, esto es lo que pasa", dijo Obama, visiblemente contrariado, "vengo a saludar y vosotros me freís con preguntas que pueden hacerse en una conferencia de prensa".

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