Aclaración
EL PAÍS, en su editorial El decretazo de Ortega, del lunes 12, aborda con precisión el retroceso democrático generado en Nicaragua por el afán del presidente Daniel Ortega de querer regresar a los tiempos en que la guerra fría les permitía a algunos justificar regímenes dictatoriales con discursos de izquierda.
Sin embargo, al intentar historiar sobre lo sucedido en 1990, el editorialista recoge con exactitud la derrota sufrida por Ortega en las primeras elecciones libres de Nicaragua, pero falta a la verdad al afirmar que la presidenta Violeta Chamorro tuvo "un pacto con el sandinismo que le reconocía el control del Ejército y fue incapaz de sacar al país de su atraso, en medio de un clima de escándalos económicos". Aclaro lo entrecomillado con afán de que los españoles, siempre solidarios con las causas justas en esta parte del mundo, conozcan la verdad de los hechos.
El Gobierno de Violeta jamás le reconoció el control del Ejército al sandinismo. Fue todo lo contrario. Al iniciar su Gobierno logró que el Ejército Popular Sandinista de 100.000 efectivos aceptara entrar en un proceso de reducción y subordinación al poder civil del presidente de la república. Durante su Gobierno se convirtió en el Ejército de Nicaragua con tan sólo 20.000 oficiales y soldados, regulado por la ley Código Militar, que por primera vez estableció la forma de nombrar nuevos jefes del Ejército cada cinco años. Nicaragua tiene hoy un Ejército ciertamente nacional, mérito del Gobierno de Violeta Chamorro.
Doña Violeta recibió una Nicaragua envuelta en una profunda guerra civil que llevaba ya casi 10 años, un país sometido a una dictadura totalitaria y en completa bancarrota. Al terminar su mandato, entregó una nación en total paz, con democracia efectiva y plena vigencia de todas las libertades públicas, y con una economía creciendo al 5% por año, la deuda externa heredada del sandinismo reducida a la mitad, la hiperinflación derrotada desde su primer año de Gobierno, y exportaciones récord en una década. A la par, el 28% de niños más en las escuelas primarias, el 62% de jóvenes más en secundaria, el 85% de universitarios más en las aulas, el 73% de médicos más al servicio del Estado, y otros logros de gran importancia. Y en cuanto a escándalos se refiere, éstos son propios de toda democracia con plena libertad de expresión. Las dictaduras, como la sandinista en los ochenta, y la somocista más atrás, prohibían hablar de ellos. Sin embargo, ningún miembro del Gobierno de doña Violeta fue jamás llevado ante la justicia por corrupción administrativa, salvo uno que el propio Gobierno denunció y acusó, y que huyó a Estados Unidos.
No es por tanto casual que todas las encuestas de opinión que actualmente preguntan en Nicaragua sobre los Gobiernos de los últimos 50 años coincidan en colocar al Gobierno de doña Violeta Chamorro como el mejor de todos, ni es gratuito que se mantenga ella hasta hoy como el ex presidente con mayor índice de aprobación en la ciudadanía, siempre por encima del 70%.
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