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"Habría que ser muy burro para no ver cientos de inscripciones"

Ex arqueólogos de Iruña revelan que los grafitos sólo surgían tras lavar las piezas

"El crédito de Eliseo Gil está agotado y sus oportunidades de explicarse, también". Así de tajante comenzó ayer la diputada alavesa de Cultura, Lorena López de Lacalle, una comparecencia pública excepcional, en la que ofreció la palabra a José Ángel Apellaniz, Miguel Ángel Berjón y Carlos Crespo, los tres arqueólogos que abandonaron los trabajos en el yacimiento de Iruña-Veleia en enero de 2007 "por razones profesionales" tras mantener fuertes discrepancias con Gil e Idoia Filloy, director y subdirectora, respectivamente de la empresa Lurmen SL, que explotaba la excavación.

Los tres arqueólogos rompieron ayer el silencio respetuoso que han mantenido desde su marcha sobre todo lo relacionado con el yacimiento. Dejaron el proyecto de su vida por serias discrepancias con la metodología que se seguía y, sobre todo, por la difusión pública de los que se tildaron de "hallazgos excepcionales" sin tener respaldo ni contraste científicos.

Los tres decidieron saltar de un barco que veían a la deriva desde julio de 2005, cuando se hallaron unas piezas con inscripciones "extraordinarias", supuestamente descubiertas en el mejor yacimiento de época romana del País Vasco. Su decisión final la tomaron el 8 de junio de 2006, cuando Gil y su equipo más cercano organizaron una presentación multitudinaria de unos epigramas que iban a revolucionar la historia de Roma en el País Vasco, en un evento al que asistieron 200 personas, entre representantes del Gobierno vasco y la Diputación de Álava, periodistas y asesores científicos de todo tipo.

"Hay que ser muy burro para que pasen por delante de tus ojos cientos de piezas con inscripciones epigráficas y no las reconozcas. Durante la excavación del sector 5 de Iruña-Veleia, donde se encontraron los hallazgos excepcionales, nosotros no vimos nunca un grafito. Siempre aparecían después del lavado de las piezas". Con tal rotundidad se expresaron ayer Apellániz, Berjón y Crespo al relatar por qué abandonaron voluntariamente la excavación.

Su narración de aquellos meses recoge la deriva de una excavación más o menos organizada desde sus comienzos en 2001, en la que a partir de 2005 se encubrió un supuesto fraude. Al hallarse las primeras inscripciones sobre cerámicas y otros materiales, los tres arqueólogos solicitaron que se filmasen todos los trabajos y que profesionales de primera se incorporaran al sector en cuestión, donde hasta el momento excavaban voluntarios inexpertos de campos de trabajo internacionales. "La detección temprana en julio de 2005 de un volumen significativo de materiales de estas características extraordinarias, exigía, a nuestro juicio, de una serie de medidas cautelares y extraordinarias que garantizase la fiabilidad del método arqueológico utilizado", apuntaron ayer.

La dirección de Lurmen respondió retirando a uno de estos profesionales del sector. Quines siguieron pasaron a la retaguardia y el sector investigado quedó en manos de los voluntarios supervisados por Gil. Pese a trabajar en el lugar, nunca vieron una pieza con inscripciones excepcionales. Las revelaciones aparecían siempre en el proceso de lavado de las piezas. "No nos había ocurrido en la vida; nuestro trabajo tiene como principio la revisión in situ de todos los materiales por si encontramos alguno que sirva de referencia en la investigación y se necesite situar sus coordenadas. En campo nunca se vio ningún grafito excepcional", recalcó Crespo.

Y eso que en Veleia no es difícil encontrar materiales interesantes. Apellániz recordó cómo en el acondicinamiento de los terrenos del sector 12 dieron, mientras vigilaban a la excavadora, con unas tabas numeradas con cifras romanas. "Y no hubo que proceder a su lavado para descubrirlas", concluyo.

Los discrepantes

- Apellaniz, Berjón y Crespo, los tres únicos titulados de la excavación (además de Eliseo Gil e Idoia Filloy) entraron en Lurmen en febrero de 2002 y dejaron la empresa en enero de 2007.

- Sus discrepancias con la dirección se remontan a julio de 2005.

- Respaldan los informes de la comisión científica sobre la falsedad de los textos: "Teníamos absolutamente claro desde un inicio que estos materiales jamás podrían tener refrendo por la comunidad científica".

Mala praxis deliberada

Eliseo Gil Zubillaga, director de Lurmen SL y ex responsable de la excavación de Iruña-Veleia, no respondió ayer a las llamadas de este diario para conocer su opinión sobre lo declarado por sus antiguos colaboradores. Quizá no se esperaba que los tres arqueólogos que dejaron su equipo en enero de 2007 se decidieran a contar parte de lo que ocurrió en los dos años anteriores.

Tras lo conocido ayer, se puede confirmar que la mala praxis arqueológica, apuntada en el informe del profesor de la UPV Julio Núñez, era deliberada. Los arqueólogos que se marcharon del equipo solicitaron a Gil e Idoia Filloy, su subdirectora, un cambio en el procedimiento de investigación, petición que ambos rechazaron "con desplantes".

Las inscripciones que se presentaron como el primer vestigio en euskera, entre los siglos III y V d. C., se descubrieron diez meses después de extraer las piezas, en una excavación ocasional al grabarse un programa de ETB. "Nos pidieron unas tomas de trabajo de campo y acudimos a ese sector donde había ladrillo. Se guardó en los almacenes y, tras un tiempo, resultó que contenía esos grafitos en euskera", explicaron.

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