"Un Oscar es sólo un objeto para decorar la oficina"
Hay actrices que se adscriben a la categoría de las estrellas, mientras que otras prefieren contar como personas. Helen Hunt pertenece a la segunda clase. Ella también tiene un Oscar, claro. Como Nicole Kidman o Angelina Jolie, dos campeonas de la primera de las categorías. Hunt lo ganó en 1998 por Mejor... imposible, comedia agridulce de James L. Brooks, en la que daba enternecedora réplica al muy cascarrabias de Jack Nicholson. Y ahí se acaba todo. Porque el rostro y la vida de esta actriz de 45 años habrá que buscarla en otra parte, lejos de las revistas del corazón.
Es cierto, ella no es tan guapa como otras. También lo es que anda más sobrada de talento que algunas y que su trabajo transmite realismo. Verdad. Y eso no es algo que se pueda decir de muchas estrellas de Hollywood. Y puestos a elegir entre princesas o cenicientas, Hunt parece tener muy claro que no le interesan las fábulas. "Nunca me he sentido a gusto en ese mundo de mujeres irreales por el que Hollywood tiene debilidad", confirma desde Los Ángeles.
"Nunca he estado a gusto en ese mundo de mujeres irreales de Hollywood"
Hace varios años que su cuerpo espigado y su rostro anguloso no se dejaban caer por el cine. Así que su regreso, tras tres años dedicada por entero a la maternidad, es importante. Y no sólo por las ausencias. También está la presencia de esta actriz tras la cámara. Hunt se estrena como guionista y directora con la película Cuando ella me encontró, que llegó a los cines españoles el pasado viernes.
"He tardado diez años pero he hecho exactamente el filme que yo quería hacer", explica. En ese tiempo, Hunt ha tenido ocasión de caer rendida ante el libro homónimo, de Elinor Lipman, reescribir el guión una decena de veces y tardar varios años en conseguir productores dispuestos a apoyarla. La cinta, intensa, cargada de humanidad, es la prueba de su tesón, que se refleja en un trabajo que, en manos menos templadas, podría muy bien haber acabado rayando en lo empalagoso: "Mi objetivo siempre fue evitar caer en lo sentimental pero al mismo tiempo intentar no ser fría".
La historia gira en torno a April Epner, una mujer a punto de cumplir los cuarenta cuya madre adoptiva acaba de morir. Recién divorciada de un niñato (Matthew Broderick), es hija de una madre biológica (Bette Midler, siempre divertida) que quiere recuperar el tiempo perdido y, tras décadas en la oscuridad, convertirse en su mejor amiga. Al enredo hay que añadirle un padre divorciado, de cuyos hijos la protagonista es profesora en un colegio y una fuerte crisis religiosa provocada entre otras cosas por su incapacidad para quedarse embarazada. "En todos los personajes hay un poco de mí misma. La obsesión por quedarse embarazada refleja mi propia experiencia personal", dice con la indisimulada alegría de la madre de una niña de cuatro años.
En un principio, esta actriz, que adquirió cierta fama en los noventa con la serie Loco por ti y con la película Twister sólo pensaba dirigir el proyecto. Su amigo Warren Beatty le aconsejó que también actuara. "Y fue un gran consejo porque además teniendo poco presupuesto, me vino muy bien poder ahorrar algo en protagonista", cuenta sin asomo de ironía. Y entre quienes la ayudaron con la película, un nombre sorprendente: Salman Rushdie, quien aparece haciendo un cameo como ginecólogo: "Yo buscaba un médico que tuviera aspecto de no ser de una religión cristiana. Alguien me comentó que Rushdie estaba buscando distraerse con pequeños papeles y me pareció una idea genial". Lo cierto es que el famoso escritor no lo hace nada mal.
La cinta tuvo muy buena acogida entre la crítica estadounidense, tanto que Hunt ya se ha animado y está embarcada en otro guión que espera dirigir "muy pronto". Mientras, ha optado por volver a actuar y este año también se la verá en Every day una comedia romántica, esta vez al lado de Liev Schreiber y a las órdenes de un debutante, Richard Levine.
Hija del director Gordon Hunt, la actriz comenzó su carrera de actriz siendo una niña. Pese al tiempo transcurrido, no ha habido lugar aún para arrepentirse de nada. Ni siquiera de no haber aprovechado el tirón de un Oscar como otros agraciados. Para ella, y de nuevo se esfuma la ironía, en el fondo ganar un Oscar no tiene mucha importancia "Al principio cobras más y te ofrecen mejores papeles pero eso no dura mucho. Al final el Oscar es un objeto bonito que decora tu oficina".
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