Escuelas bajo el fuego
Israel provoca varias decenas de víctimas civiles al atacar dos centros de Naciones Unidas
En el corto espacio de unas horas, el Ejército de Israel disparó ayer contra dos escuelas de Gaza gestionadas por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, UNRWA. Familias enteras habían buscado cobijo en esas instalaciones de la ONU, cuyas coordenadas fueron transmitidas al mando israelí para evitar los ataques. La cifra de muertos a consecuencia de esta acción se acerca al medio centenar, y es previsible que aumente dada la extrema gravedad de algunos heridos y la imposibilidad de atenderlos adecuadamente en unos hospitales atestados, sin electricidad ni medicinas.
El Gobierno israelí no habló abiertamente de error al comentar los ataques por boca de su ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, sino que dejó flotar la duda acerca de que miembros de Hamás hubieran disparado contra sus blindados desde las escuelas o sus inmediaciones. Esta respuesta está en línea con la que el Gobierno israelí ha venido repitiendo desde el inicio del conflicto para justificar las muertes de civiles, tras los que, según sus explicaciones, se esconderían deliberadamente los activistas de Hamás. Pero en esta ocasión Israel ha ido más lejos, al suscitar vagamente la sospecha de que los responsables de Naciones Unidas en Gaza no han podido o no han querido impedir el uso de sus instalaciones por parte de los contendientes.
Con respuestas como ésta, Israel no sólo se distancia de instituciones que tienen un papel internacional insustituible, sino que, además, pone en entredicho su propia credibilidad cuando asegura que está haciendo todo lo posible por evitar víctimas civiles, hasta ahora más de un tercio del total de las que ha provocado el conflicto. Para recuperar esa credibilidad, Israel no dispondría de muchos más medios que permitir, como ha solicitado el jefe de Naciones Unidas en Gaza, una investigación sobre la matanza en las escuelas de la UNRWA para aclarar si se ha infringido la legalidad internacional y, en caso afirmativo, poner a los responsables de la matanza ante la justicia.
La nueva tragedia a la que se asistió ayer en Gaza pone una vez más de manifiesto la urgente necesidad de un alto el fuego que evite mayores e inútiles sufrimientos. Como bien están demostrando los últimos balances de víctimas, Israel no podrá conseguir una victoria total sobre Hamás si no es al precio de provocar una carnicería entre los habitantes de Gaza. Y Hamás, por su parte, habrá advertido que decisiones como la de romper la tregua tienen consecuencias mucho más graves de lo que hubieran podido imaginar sus estrategas. Ninguna de las partes conseguirá alcanzar más bazas políticas de las que ya han alcanzado, y lo único que pueden variar los combates es el escalofriante número de muertos y heridos.
La comunidad internacional tiene que hacerlo entender así a las partes, desplegando cuantas gestiones sean necesarias, y desde cualquier instancia, para detener esta espiral de muerte sin sentido.
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