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Compañero del alma

"(...) Tendría yo veinte años cuando, apoyado en mi frágil y eterno amor, sentados en un banco de los jardines de la Universidad Central de Barcelona, descubrí la poesía de Miguel Hernández. Entre clase y clase, bajo el sol templado de la primavera, ella los sacaba de su morral de esparto para compartirlos conmigo como el bocadillo de salchichas de Francfort caliente". (...)

"Años después puse música a algunos de sus versos. Después de Machado me tentó hacerlo con Hernández. Machado era la lírica. Hernández, la épica. (...) La canción era una manera óptima de dar a conocer la voz de poetas que sólo disponían de la letra impresa -y durante muchos años, con censura- para la divulgación de sus obras, aunque ésa no fue la razón por la que lo hice. Musicar un conjunto de poemas es algo que sólo se produce cuando de su lectura aparecen la emoción y una sensación de descubrimiento. Encontrar en los versos del poeta aquello que uno quiso decir y de aquella manera (...)".

Extracto del prólogo de la antología de Miguel Hernández.

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