El gran marciano
Si se hubiese estrenado hace 15 años, en las críticas hubiéramos podido hablar de su capacidad para la anticipación, de su discurso moralista, de su carácter premonitorio, y de sus fundamentos analíticos respecto de los peligrosos derroteros tomados por ciertos productos televisivos y de Internet. Pero con la que ha caído en el cine y en la tele de la última década, Prime time nace como una película muerta, como una película antigua, como un refrito de ideas carente de identidad, como un producto comercial de ínfimo nivel intelectual.
Prime time es un frankenstein de arquetipos e imágenes recientes al que, debajo de las costuras, se le ve la carne putrefacta. Si se coge la base de El show de Truman y se le añade una pizca de Saw, otro tanto de 13 tzameti y unos cuantos detalles de Rastro oculto, entre otras, obtendremos algo parecido a lo que supone el debut en el largometraje de Luis Calvo Ramos, ambientado, según una definición propia, en "un futuro próximo". Claro que todo lo anterior puede sonar a piropo después de ver la película. Porque hay un antes y un después en la historia de Prime time. Antes del rodaje, es posible que hubiese un libreto de nobles aspiraciones comerciales, una especie de salvaje Gran Hermano para espectadores poco exigentes (valga el pleonasmo), escondido tras un cóctel de referencias mal digerido. Sin embargo, después de filmado, con su inexistente dirección de actores, su lamentable puesta en escena y su pésimo gusto estético, hay un producto que únicamente produce sonrojo.
PRIME TIME
Dirección: Luis Calvo Ramos.
Intérpretes: Leticia Dolera, Alberto Amarilla, Ana Álvarez, Pablo Puyol, María Aguado, Alberto González.
Género: intriga. España, 2008.
Duración: 100 minutos.
Babelia
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