Falsos amigos
Que el lenguaje es algo vivo y mutable, de eso no cabe ninguna duda. Basta leer novelas escritas hace unas décadas, viajar a otros países de nuestra misma lengua, o incluso escuchar las conversaciones de algún grupo de jóvenes en cualquier cafetería para convencernos de esta afirmación.
Esta característica antropomórfica del lenguaje le otorga, curiosamente, algunos de los rasgos propios de los seres humanos, y uno de ellos es la capacidad de traicionar y engañar. Existen así los llamados "falsos amigos", que no son sino palabras que en un idioma significan una cosa y en otro algo distinto. Generalmente, estas palabras suelen derivar del latín o del griego y suelen ser generalmente los anglosajones los que les atribuyen un significado distinto a aquel que les otorgamos los que hablamos lenguas latinas. Cuando la profesión te lleva a leer a menudo textos científicos en inglés, por ejemplo, hay que estar muy atento a estos falsos amigos capaces de tenderte una emboscada o darte una certera puñalada por la espalda en el momento más inesperado en medio de esa frase tan interesante que te va a revelar una valiosa información.
Dice el periodista de la agencia Bloomberg que escribe sobre el tristemente célebre Bernard Madoff que este sujeto era especialista en embaucar en Florida a personas de 70 años o más. Es más, afirma el periodista que todas sus víctimas afirman cosas parecidas de él: que era "gregario", generoso, etcétera.
El término gregario en inglés se utiliza para definir a alguien a quien le gusta estar con otros de su especie pero dándole el sentido de "persona sociable" y que disfruta de la compañía de sus semejantes (Merriam Webster Online Dictionary). Sin embargo, nosotros entenderíamos por gregario a alguien gris y sin personalidad. Creo que, por desgracia para muchos, la personalidad de Madoff se ajustaría mejor al término anglosajón, aunque la finalidad de ser "gregario" no fuera otra que la de ser él también un "falso amigo".
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