Incumplir el cierre
Las tres y media de la madrugada y la música sigue sonando a todo trapo en La Botellita (distrito de Salamanca). Su licencia de bar de copas le permite abrir hasta las tres, pero ni los porteros, ni los camareros, ni los jóvenes que se descoyuntan bailando se dan por aludidos. La licencia está colgada en una pared, tras la máquina registradora, pero es imposible de leer, al menos a oscuras, por mucho que el curioso estire el cuello. Al poco encienden las luces. Los chavales siguen con el bamboleo de caderas.
La Botellita tiene tantas multas por incumplir el horario de cierre que la Junta de Distrito de Salamanca ha ordenado la clausura de actividad. "Unas reformas, ése es el problema", explica un miembro de seguridad del lugar. Su versión es que a raíz de la remodelación del local, hace unos años, les quitaron la licencia de café espectáculo, que les permitía abrir hasta las cinco y media de la madrugada. "Cerrar a las tres es un problema -insiste el hombre- porque hacemos actuaciones musicales en vivo y nunca sabemos a qué horas ponerlas. Si son muy pronto, la gente no viene. Y si las ponemos muy tarde, no da tiempo a que los artistas acaben".
La Botellita es uno de los locales implicados en el caso Guateque, la trama de corrupción urbanística destapada en el Ayuntamiento. "Hemos movido hasta a Esperanza Aguirre y entonces se han movido ahí los cables", decía uno de los socios del local en las escuchas grabadas por la Guardia Civil. "Bah, eso es fanfarronería. Si de verdad hubieran movido algo, ahora tendríamos nuestra licencia", razona el portero. Los socios del local se negaron a hablar con EL PAÍS.
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