Sarkozy deja la crisis del Congo en manos de los países africanos
Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, tendrá que ser muy persuasivo con Javier Solana si quiere que la Unión Europea envíe soldados al Congo, como reclamó hace unos días. Nicolas Sarkozy, presidente de turno de la UE, cuestionó ayer la necesidad de esas tropas y abogó por dejar la solución de la crisis congoleña a sus vecinos. De hecho, ofreció la solución. El presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, le ha dicho que está dispuesto a poner sobre el terreno las tropas necesarias.
La Misión de Naciones Unidas en Congo (Monuc), autorizada hace nueve años para estabilizar el país sacudido por la guerra civil, tiene 17.000 hombres y forma el mayor y más gravoso despliegue en la historia de los cascos azules. Es también un desastre sin paliativos. En la actual crisis de Kivu Norte, sus 9.000 soldados en el área han sido incapaces de proteger a la torturada población local frente a los 6.000 rebeldes tutsis.
El secretario general de Naciones Unidas pidió hace unos días a la UE que enviara de forma provisional soldados al Congo para sostener a la Monuc durante los cuatro meses necesarios para localizar otros 3.000 cascos azules adicionales.
Los ministros de Exteriores de los Veintisiete acordaron ayer que en la semana entrante Solana pida en Nueva York detalles a Ban Ki-moon sobre las ideas que tiene para la hipotética contribución europea. Con ellas redactará un informe que los ministros discutirán antes de tomar la decisión que sea.
Sarkozy no se anduvo con sutilezas diplomáticas. "El problema del Congo no es que Europa no quiera intervenir. Europa está dispuesta a hacerlo. No queremos quedarnos sin hacer nada", señaló el presidente francés. "Pero quiero hacer dos precisiones. Cuando ya hay 17.000 soldados y se me dice que sólo 800 sirven, me pregunto si tiene sentido enviar 3.000 más. Segunda: el presidente Dos Santos me ha dicho que el Ejército angoleño, y ustedes conocen su eficacia, está dispuesto a implicarse en la paz a condición de que sea bajo mandato de la ONU". La conclusión caía por su peso: "¿No es mejor acudir primero a fuerzas regionales, que ya están prácticamente sobre el terreno, que a fuerzas europeas?".
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