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Columna
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Un espacio innovador

Los sistemas de innovación europeo, estatal y regional son una variable muy relevante para explicar los resultados económicos en las escalas correspondientes. Y cabe esperar que esta influencia se acentúe en un sistema productivo que cada vez gravita más sobre el conocimiento definido en sentido amplio. Por ello, las infraestructuras de transporte no pueden agotar los recursos y las prioridades de los gobiernos.

Los datos muestran que España y Portugal ocupan posiciones bajas en el ranking europeo. Según los últimos datos disponibles, España se situaría en el decimosexto puesto en la UE-25 y Portugal, en el decimoctavo, muy lejos de los países líderes del norte de Europa y claramente por debajo de la media en casi todos los indicadores relevantes. Tanto Galicia como la Región Norte de Portugal se encuentran en una posición intermedia en el seno de sus países, aunque lejos de los cinco polos más innovadores de la península ibérica: Madrid, Cataluña, País Vasco, Navarra y Lisboa y valle del Tajo. En otras palabras, el sistema de innovación de la Eurorregión se encuentra en la segunda división de países que, a su vez, se sitúan en una tercera división europea, por debajo de la liga de los "líderes innovadores" y de los que presentan un "resultado promedio". Y no hay que olvidar que en este ámbito el conjunto de Europa está rezagada respecto a áreas más dinámicas como Norteamérica y Japón.

La Eurorregión Galicia-Norte de Portugal debe potenciar sus sistemas de investigación

Si la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal quiere convertirse en un espacio económico dinámico a escala peninsular y europea, aprovechando las potencialidades que le brindan sus recursos naturales y su posición geoestratégica en la fachada atlántica, debe redefinir y potenciar extraordinariamente sus sistemas de innovación. La tarea no es fácil. Requiere cuantiosos recursos financieros, un diseño inteligente de las políticas públicas, una estrecha colaboración de universidades, empresas y administración, y tiempo. Una política regional comunitaria para el período 2007-2013 que apuesta más decididamente por la innovación debería de ser uno de los pilares sobre los que apoyar ese cambio estratégico.

Hay razones para el optimismo, al menos al norte del río Miño. La actual Xunta de Galicia tiene un plan de I+D+i bien articulado. Un plan que, además, se desarrolló con más rapidez que otras promesas electorales, lo que ha permitido que su ejecución comenzara ya en la primera mitad de la legislatura. Los recursos dedicados a I+D en Galicia están aumentando a un ritmo significativo y superior a la media española. Según los datos del INE, entre 2006 y 2007 en Galicia pasamos de invertir en I+D el 0,9% de nuestro PIB al 1,03%. En el mismo período, el conjunto de España pasó del 1,2% al 1,27%. Existe todavía un diferencial negativo, pero la brecha se está cerrando. Además, el crecimiento de la inversión, en buena medida financiado por recursos públicos, se canaliza a través del sector empresarial, que era la pata más débil del sistema.

En definitiva, parece que vamos por el buen camino en lo que concierne al esfuerzo en innovación. Por eso, sería bueno que los programas electorales de las tres fuerzas parlamentarias incluyeran el compromiso de sostener en el tiempo incrementos anuales superiores al 0,1% del PIB gallego para los próximos cuatro años. Debe ser un compromiso de país.

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Dicho lo anterior, es evidente que los objetivos no pueden limitarse a los inputs del proceso. La obtención de resultados acordes con el esfuerzo es fundamental. Y, en este sentido, hay que ser cuidadosos en su definición y medición, lo que requiere una discusión pública y transparente sobre los mejores indicadores en este campo. Por eso, el Consello da Cultura Galega, institución que está viviendo una etapa de productiva hiperactividad de la mano de Ramón Villares, no puede ser más oportuno al publicar Territorios innovadores. Diagnose dos índices I+D+i en Galicia. Una lectura obligada para nuestros líderes políticos, sociales y económicos.

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