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Columna
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Los oídos del Papa

Los líderes de la vida pública pueden clasificarse conforme a distintas tipologías. Una de esas clasificaciones distingue de un lado a los que piensan quedar comprometidos con aquello que dicen y en consecuencia prefieren mantenerse a la escucha y de otro, a los que se sienten vinculados por todo lo que se diga en su presencia y procuran evitar que sus interlocutores se expresen haciendo un uso bloqueante de la conversación. Entre los primeros podría citarse al presidente Adolfo Suárez, que bordaba la escena del sofá y hacía sentirse importantes a quienes recibía en La Moncloa, de forma que salían convencidos de que lo más relevante que había ocurrido en la vida del presidente es que le habían dado la oportunidad de oírles. Por ahí, se deslizaban con facilidad hacia el equívoco de considerar que contaban con el asentimiento del presidente hacia las posiciones que hubieran manifestado. Un buen ejemplo del otro bando, el de los líderes para quienes escuchar es comprometerse, sería el del presidente Felipe González que, por eso, tendía a desplegar una conversación desbordante que privaba del habla a sus visitas.

Los estrategas de Zapatero entienden el beneficio que la barbarie de la Cope proporciona al PSOE

Sabemos también, como escribió Maurice Joly en El arte de medrar. Manual del trepador (Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2002), que "todo poder nace generalmente en una antecámara". Ahí radica la fuerza de los consejeros áulicos pendientes de preservar a todo trance el oído delicado de aquellos a quienes sirven. Así acaba de comprobarlo el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien anticipó al cardenal arzobispo de la diócesis, monseñor Antonio María Rouco, de su intención de trasladar por escrito al Papa felizmente reinante, Benedicto XVI, su preocupación por el mensaje injurioso y de odio de un programa de la emisora de la Conferencia Episcopal.

La ocasión prevista para ese traslado era una audiencia con Su Santidad a la que iban para ofrecerle su apoyo a la celebración en Madrid de la Jornada Mundial de la Juventud el año 2011. Pero en unas declaraciones publicadas ayer el alcalde reconoce que, como consecuencia de ese anuncio, Rouco le ha dicho que la audiencia del Vaticano había sido cancelada. O sea, que nuestro cardenal prefiere preservar los delicados oídos del Papa. Manifiesta Gallardón que cualquier voz tiene que ser respetada y cualquier opinión debe tener la oportunidad de ser oída. Pero, a continuación, pide a la Iglesia que asuma su responsabilidad y que diga si esa voz de la injuria y el odio es suya.

Según los textos de las cartas al cardenal y al Nuncio y de la nota a entregar al Papa en Roma, que ha podido facilitar un buen amigo hacker, el alcalde se refiere "a los ataques lanzados contra personas y relevantes instituciones y, sobre todo, al tono de injustificada violencia con que se formulan". En la carta a Rouco menciona que ha intentado en reiteradas ocasiones que esta situación pudiera resolverse a través de conversaciones con el presidente de la cadena Cope, Alfonso Coronel de Palma, quien a pesar de ello le ha reconocido su incapacidad de frenar los excesos. Añade que en el mismo sentido se puso en contacto con el Nuncio, quien igualmente manifestó su incapacidad de poner fin a esta situación y concluye: "Por último, como muy bien conoce, en varias conversaciones y encuentros con Vuestra Eminencia, le he trasladado de primera mano mi preocupación por este asunto, sin que las mismas hayan dado fruto alguno".

En la nota escrita para el Papa, el alcalde daba cuenta de "cómo ha cundido la indignación y la sorpresa en sectores muy diversos de España, empezando por destacados prelados de la Iglesia, que tampoco escapan a estos excesos como prueba la alusión al Nuncio de Vuestra Beatitud, Manuel Monteiro de Castro, a quien se han referido en antena como masón". Luego insistía en que "la presencia extraña en la emisora de la Conferencia Episcopal del locutor que genera esta improductiva tensión en la vida española no es en absoluto representativa del mensaje de amor al que la Iglesia se ha consagrado, por más que sea una dolorosa anomalía". Señalaba por fin que "el apostolado de Vuestra Beatitud, así como la doctrina de la Iglesia y los documentos en que ésta se expresa" confirman todo lo anterior y que aguarda el día en que esta contradicción deje de producirse.

Ante una situación como la descrita por Ruiz-Gallardón, conviene distinguir como él hace entre la existencia de una voz excesiva para la que en democracia debe haber espacios, sin más límite que el establecido por los jueces cuando se produzcan reclamaciones de afectados, y el hecho de que sean las benditas antenas episcopales las que apuesten por la siembra del odio y la ruptura de la convivencia cívica. Mientras, los spin doctors del presidente Zapatero entienden el beneficio que la barbarie de la Cope proporciona al PSOE y la presidenta Esperanza Aguirre colma al malévolo de concesiones en el espacio radioeléctrico. Que cante Federico, pero desde otros altavoces.

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