Lizz Wright susurra su voz de terciopelo en directo
Aquella niña que cantaba gospel en la Iglesia donde predicaba su padre, allá por Georgia, es hoy una de las nuevas voces más luminosas del jazz. Lizz Wright trajo ayer su garganta de terciopelo a Madrid después de haberse paseado por toda España con sus canciones tersas y su música calmada, tranquila.
"Para mí, cantar es lo más natural de la vida, lo prefiero a hablar, se me da mucho mejor", asegura la chica que fue descubierta en un homenaje a Billie Holiday en 2002. A partir de entonces ha ido ganando adeptos con tres discos a cual mejor que el anterior. Desde I idolize you a The orchard, con el delicioso Dreaming wide awake, su carrera se ha abierto paso como una sutil e irresistible seducción en el mundo del jazz más joven. "Cada disco tiene su público. Yo espero y deseo crecer y es lo que he intentado en cada uno de ellos", cuenta.
Crecer concentrándose en conceptos muy puros, instrumentalizaciones sencillas y letras sugerentes. Pero, sobre todo, con una voz que fascina a un público heterogéneo y curioso. En España ha triunfado. "El público ha sido especial. Lo que he llegado a sentir en escena, en comunión con ellos, ha sido muy íntimo", comenta la cantante que participó ayer en el Festival Únicas de Madrid, junto a Russian Red. Se la vio contenta. Muy contenta, más desde la victoria de Obama. "No por el color de su piel. Eso no es importante para mí, aunque me sienta orgullosa por ello. Sencillamente, lo que me gusta de su triunfo es que se ha impuesto un hombre inteligente. Un líder en el que podemos confiar".
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