El vacío de Batasuna
La felicitación del ex secretario general de LAB Rafael Díez Usabiaga a Eusko Alkartasuna (EA) por su decisión de presentarse a las elecciones vascas en solitario y al margen del PNV ha sido de pose. La izquierda abertzale ha saludado esa decisión porque reafirma el soberanismo, pero no piensa en una coalición electoral con el partido que fundó el ex lehendakari Carlos Garaikoetxea.
Ha sido Garaikoetxea un claro impulsor, en la sombra, de la decisión de EA con la excusa de que el PNV pierde gas soberanista: no respondió al rechazo del plan de Ibarretxe por el Tribunal Constitucional y el Gobierno central y además ha apoyado sus Presupuestos. Pero EA, con su decisión, trata de materializar su viejo sueño de liderar a la izquierda abertzale en un movimiento soberanista. Los de EA saben que en estas elecciones ese espacio está libre porque ni habrá marca de Batasuna ni lista blanca con personas no quemadas de la izquierda abertzale.
Lo sabe porque uno de sus dirigentes, Sabin Intxaurraga, trabaja en la creación de un grupo de reflexión soberanista con gentes procedentes de la izquierda abertzale para buscar una salida al "conflicto vasco" al margen del autonomismo del PNV y del terrorismo. Y lo hace sin metas electorales. Sabe que la izquierda abertzale oficial no está por la labor ni ETA tampoco. Ni veteranos dirigentes como Otegi o Díez Usabiaga apuestan por listas blancas.
La apuesta de EA tiene consecuencias en el mapa vasco. Es difícil que logre el voto radical que, de nuevo, apoyará lo que propongan su dirección y ETA: probablemente, la abstención. Y los votos que se le escapen al tener que optar entre un candidato soberanista de EA y otro también soberanista, del PNV, Ibarretxe, con posibilidades de ganar, en una contienda muy polarizada con el candidato socialista, Patxi López, es muy probable que apuesten por Ibarretxe.
Patxi López resulta beneficiado porque aumenta sus posibilidades de ganar al dividirse el voto nacionalista. Desde esta perspectiva, la operación perjudica al PNV, pero juega a su favor el que le deja las manos libres respecto a EA y el Gobierno tripartito, al que estaba atado desde 1999, e incluso centra su imagen.
Euskadi apunta a una nueva etapa, con un mapa más simple, consecuencia de la polarización: dos fuerzas muy igualadas, PNV y PSE, completadas con el PP y el espacio de la izquierda abertzale.
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