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Reportaje:

La arriesgada vía soberanista de EA

El ex socio del PNV se decanta por preservar su identidad con un guiño al 'abertzalismo' no violento, consciente del vértigo electoral que entraña su apuesta

"Para que las alubias no se agarren y pierdan sabor, hay que mover el puchero". A modo de consejo culinario, un dirigente de Eusko Alkartasuna (EA) reflejaba así la génesis de su divorcio con el PNV. "Si seguíamos con la coalición, el riesgo de perder nuestra identidad era cada día mayor y nosotros no hemos nacido para esto", se apresura a decir Unai Ziarreta, el máximo responsable del partido, quien añade con decepción que más de una vez le ha preguntado a Urkullu: "¿Para qué queréis vosotros una coalición?" "Nunca me ha dado una respuesta", asegura.

EA quiere corresponder a su condición de partido soberanista y en su cúpula entienden que "el giro autonomista del PNV, donde Urkullu ha acabado por imponerse a Ibarretxe, obliga a decir 'hasta aquí hemos llegado". En EA, donde "hacer frente al Estado" constituye una de sus esencias ideológicas, no se ha digerido todavía el acuerdo del PNV con Zapatero en materia de Presupuestos del Estado y, además, el ralentí impuesto por Urkullu en la respuesta del nacionalismo contra la prohibición de la consulta popular.

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EA se ha sentido cómoda ideológicamente con el lehendakari Ibarretxe en el Gobierno vasco y de ahí que su secretario general y consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, no pudiera ocultar su disgusto cuando esta semana acompañó en silencio a Ziarreta a explicar la ruptura de la coalición con el PNV. "Va a ser complicado luchar contra él en las elecciones, pero tenemos la oportunidad de construir un proyecto en solitario y en las bases hay euforia después de la decisión que hemos tomado".

Con los datos electorales en la mano, la apuesta soberanista de EA podría calificarse de arriesgada. Su progresivo declive en las urnas (69.788 votos en las municipales de 2007 y 50.371 en las últimas generales, que le dejaron sin diputado) coincidirá con una campaña abiertamente polarizada entre PNV y PSE-EE.

"No es una cuestión de escaños, sino de coherencia", proclama un veterano y cualificado dirigente de EA, a quien la última propuesta de Urkullu sobre el concierto político con el Estado ha dejado "perplejo. ¿Pero eso qué es?", interroga. "No podemos seguir con un partido así, que al final ha acabado por dejar en mal lugar al propio lehendakari".

Pero en la dirección de EA proyectan su decisión más allá de las urnas de marzo, y advierten: "No hemos dado este paso para luego dar nuestros votos sin más al PNV". Y es que la irrupción de un posible polo identitario que aglutinara a todas las fuerzas independentistas no violentas, una vez conocida la complicada situación de la izquierda radical para configurar una lista blanca, se ha instalado en el debate de la política vasca. "Claro que es un proyecto de futuro, pero dejando bien claro que sólo será con las fuerzas que dicen no a la violencia".

Atentos al giro de EA, la izquierda abertzale ha recibido la proclama soberanista con los brazos abiertos porque, fundamentalmente, sirve para actualizar su teoría de que "el actual marco autonómico está muerto". Pero el guiño no pasa de ahí. De momento, como ha admitido Rafael Díez, ex el líder de LAB, "es una buena idea, pero no tiene una referencia para estas elecciones". Otro posible receptor del mensaje sería ELA, donde ahora guardan silencio aunque las tesis identitarias siempre han encontrado viento favorable en este sindicato.

Sin embargo, no se puede olvidar nunca que unos y otros, soberanistas convencidos, están unidos por el mismo objetivo táctico: acabar con el modelo político y de poder del PNV.

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