El arte del instante
El francés Olivier Assayas regresa a sus orígenes de trabajos más íntimos con el drama 'Las horas del verano'
Ya tenía ganas el parisiense Olivier Assayas de regresar a su mundo. Iba notando cómo poco a poco vivía un proceso de alejamiento de sus raíces y sentía deseos de mayor intimidad, de improvisar con actores franceses, de reencontrarse con su cinematografía y recuperar de alguna manera la frescura que creía haber perdido con sus últimas películas, realizadas con repartos internacionales y en inglés (Demonlover, Clean o Boarding gate). Y lo ha hecho tomando a la familia como gran animal cinematográfico con Las horas del verano. Planos muy largos, un ritmo pausado y mucho diálogo, niños corriendo, perros revoloteando y un jardín colorista ofrecen en Las horas del verano una visión sobre los sentimientos familiares que se transmiten a través de los objetos. "Nunca había tratado el tema de la familia y necesitaba hacerlo. De alguna manera implicas también tu propio concepto de la familia. Y los actores, con los que improvisamos mucho, van volcando sus propias implicaciones personales. Es un filme colectivo y muy vivo. Nunca había improvisado tanto, con tantos personajes, niños, animales, de todo. He tenido la sensación de capturar de alguna manera la vida", aseguraba Assayas en San Sebastián, donde presentó el filme.
"Los documentales se quedan en la superficie, la ficción va más allá"
El guión de Las horas del verano lo escribió Assayas cuando fue consciente de que su madre no viviría mucho tiempo; de hecho, falleció meses antes de comenzar el rodaje. "Aunque el filme no retrata a mi familia, sí hay elementos biográficos y sentimientos reales en los que me inspiré. Al volvernos ciudadanos del mundo, perdemos esa conciencia que yo llamo vertical, el de nuestras raíces, nuestro pasado y las tradiciones de nuestros sitios de origen".
Tiene 53 años y en su carrera hay de todo, desde sus años de crítico en Cahiers de Cinema -"ya ni me acuerdo, es otra vida"-, hasta diferentes géneros cinematográficos, historias intimistas o títulos comerciales. Él sigue entendiendo el cine como un arte del instante. "El cine es una ventana al mundo, pero una ventana que recoge mi propia percepción del mundo. En el futuro, las películas que hacemos ahora servirán para documentar los cambios del mundo, sobre todo cuando hablamos de las emociones básicas. La ficción es más documental que los propios documentales porque éstos se quedan en la superficie y la ficción siempre va más allá".
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