Crisis, ¿qué crisis?

La crisis financiera que nos azota ha vuelto a poner en entredicho un sistema económico tan ineficaz como injusto y que se tambalea periódicamente para poder subsistir. Y lo primero que hace el sistema es poner en marcha su maquinaria propagandística generadora de miedos y recelos para hacernos digerir el problema y sus soluciones como indispensables, logrando que nuestra mirada se concentre alejándola de otros aspectos de la realidad.

Todo esto conlleva a que la hipocresía de los dirigentes políticos, respaldados por las grandes corporaciones y los organismos económicos como el BM, FMI y OMC, aflore, y de qué manera, en los momentos de crisis. Así, se consiguen en Estados Unidos 700.000 millones de dólares para un plan de rescate financiero. Unas cifras realmente demoledoras, cuya magnitud sólo es posible vislumbrarla si las comparamos con otras. Por ejemplo, en junio de este año, la ONU pidió a la comunidad internacional medidas "urgentes" para contrarrestar la crisis de alimentos mundial. Entre otras, un esfuerzo financiero, por supuesto no atendido, de 15.000 a 20.000 millones de dólares anuales para combatir la escalada de los precios de los alimentos (sólo hay que dominar con ligereza la matemática básica para saber cuánto más grande es 700 que 15-20). Y por lo acuciante del problema, no debemos olvidar que el hambre es responsable de unas 100.000 muertes diarias y de que unos 300 millones de niños pasan hambre. Por dar otras cifras de contraste, se calcula que con 50.000 millones de dólares (de nuevo comparamos 700 con 50) se podría garantizar el acceso al agua potable de toda la población. Y que para luchar eficazmente contra la epidemia de sida en el mundo en desarrollo se estiman 20.000 millones de dólares (20 versus 700). Lo mareante de los datos está a la altura de su dramatismo. Crisis, ¿qué crisis.